domingo, 16 de agosto de 2015

Capítulo 26: Por los inocentes (Pt. 2)

   ¡Buenas! He vuelto. Sé que esto lo leen cuatro gatos ya porque aburre que lleve escribiendo una historia tres años, pero me prometí terminar y heme aquí. Espero que os guste, de verdad, y que me comentéis cualquier cosa que os apetezca. No sé cuántos capítulos quedarán exactamente, pero os auguro que muy muy pocos. Sin más dilación, disfrutad y muchísimas gracias por leerme.

  Espero que os guste la canción elegida, creo que hablo un poco sobre los demonios interiores del malo malísimo de mi  historia y, además, ¡es de Imagine Dragons!

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  El caos general se dispersó por la habitación. Así que, después de casi cuarenta años persiguiendo un sueño con ahínco, Warwick había sido vencido por una panda de mocosos inmaduros y malcriados. No lo podía aceptar, de ningún modo.

  Miró tentativamente a unos y a otros, a Loick siendo agarrado por la policía, a su sobrina abrazando llorosa a su hija, a los malditos bastardos de Kathleen y Jay juntos. Maldita sea, todo le había salido mal.

  -Don Warwick Plassmeyer, tenemos una orden de arresto contra usted, suelte ahora mismo el arma o me veré obligado a disparar- lo sacó un policía de sus pensamientos, apuntándolo con el revólver.

  Entonces, la mirada de Warwick se empañó por las lágrimas. ¿Coraje? ¿Odio? ¿Impotencia? Quizás hubiera, por primera vez, algo distinto nublando su mirada: dolor por la pérdida de un ser querido.

  "-Warwick, ¿qué estás haciendo?- preguntó una inocente voz de ocho años.
 
   -Calla, estoy leyendo.

  La mirada grisácea del niño permaneció fija en aquellas páginas amarillentas por la luz de la linterna que las iluminaba. Una diminuta mano quitó de su cabeza las sábanas con las que se cubría, y apareció una niña menuda y vestida con un camisón a su lado. La niña llevaba el fino pelo en dos trenzas y mostraba una sonrisa desigual, debido a que se le acababan de caer dos dientes de golpe, pero, aún así, compartía sus mismas facciones.

  -Gaelle, ¡no molestes! He sacado este libro de la biblioteca y tengo que entregarlo mañana cuando aún me quedan cincuenta páginas.

  -Pero es que la luz de la linterna no me deja dormir- gimió, poniendo pucheritos-. ¿Puedo leer
contigo?

  -Es un secreto secretísimo, ni siquiera a ti te lo puedo contar.

  -Vaaaaaaaaaaamos, Warwick, ¡quiero saberlo!- pujó la pequeña Gaelle, saltando a su lado en la cama.

  Warwick resopló, levantando su espeso flequillo castaño rojizo.

  -Está bien, pero recuerda que no se lo puedes contar nunca nunca nunca a nadie. Ni siquiera a mamá.

  -Pero... Si mamá no se lo puede contar a nadie...

  -Calla o no te lo cuento, pesada. Mira- le mostró el grueso tomo, donde se apreciaban dibujos a acuarelas de seres fantásticos-. En realidad no es de la biblioteca, me lo ha prestado Matt. Dice que estaba en un cajón del trastero, por lo que lo tiene que devolver mañana antes de que su padre se dé cuenta. Cuentas muchas leyendas, y una habla sobre una forma de volverte inmortal, ¿no sería genial?

  -¿Y para qué quieres ser inmortal? Mamá decía que íbamos a vivir para siempre en el cielo.

  -¡Por eso mismo! Mamá antes de irse al cielo nos pidió que viviéramos mejor que ella, ¿no? ¡Pues esto tendría que ser genial! Vivir una aventura de verdad.

  -Me da miedo, Warwick- lloró.

  -Anda, ven- acunó a su hermana melliza entre sus brazos-. Todo va a estar bien, Gaelle, mamá nos va a sonreír desde el cielo y tú y yo vamos a ser muy muy muy felices."