Después de todo un verano, regresé.
Buenas nocheeeeeeeeeeeees. ¡CHANCHANCHÁN! Yo soy como las series de televisión, vuelvo en septiembre jajaja. Bueno, ya había explicado anteriormente el motivo de mi ausencia, que resume básicamente en que no he tenido ni el tiempo ni la idea para escribir el capítulo que yo hubiese querido. Quería hacer algo un poco más... especial y... NO LO HE CONSEGUIDO. Es más largo, con diferencia, y creo que os dejará un poco intrigados a ver... Prometo ponerme las pilas y publicar pronto, aunque (lo aviso) soy muy muy empollona, quiero decir que una vez empieza el curso apenas me da tiempo a mirarme la nariz. Sin embargo, por vosotros lo intentaré jajaja. Por cierto, hago un poco de publicidad para mi gran amiga y mi fan número uno, Carol, que ha abierto un blog nuevo súper interesante y os animo a todos a ver. Aparece a la dcha. en mi lista de blogs imperdibles. Se llama Bethkatil. VISITADDDDDLO JIJI.
Bueno, sin más, espero que mi regreso sea merecido, que lo disfrutéis mucho mucho y pronto tendréis a Jay y Kathleen en directo con varias pequeñas-grandes sorpresas
UN BESAZOOOOOOOOOOOO<3
El despacho de Warwick Plassmeyer era tan inquietante y misterioso como el
director en general. Las paredes tenían un color anaranjado algo grisáceo. No
era un tono limpio, al igual que la persona a la que le gustaban aquellos
colores. Quizás con los muebles y objetos decorativos adecuados el color de la
pared habría pasado más desapercibido, pero, por el contrario, el resto de la
decoración era aún más curiosa: la habitación estaba enriquecida por una serie
de muebles de caoba, de seguro carísimos, negros como el carbón y de formas
asimétricas. Sí, es cierto que las cinco estanterías que formaban el conjunto
estaban cubiertas de libros sobre psicopedagogía, logopedia, y acoso escolar;
pero los cuadros de las paredes eran góticas imágenes de animales degollados,
cuervos negros, sombras y sangre. Sobre la mesa había una larga lista de libros
de terror gótico, apilados, y, en la única zona libre que quedaba en la pared,
estaban colgados el cuerno de un elefante, un gato montés disecado y una cabeza
de búfalo. Debajo se podía ver al director con su rifle de caza.
-Me gusta cazar en mis ratos libres, ¿a usted no, Gray?
-No… No mucho señor director.
-A mí tampoco me gusta mucho que desobedezcan mis órdenes- se podía
percibir el enfado en su voz- Vamos a ver, Gray, Dennison, ¿yo qué les dije?
-Que no podíamos ser amigos, señor director- respondió Jay titubeante.
-Pues, entonces, ¿me explican qué hacían los dos de escapadita romántica a
horas inoportunas? ¡No me digan que, ya me han desobedecido del todo y se han
tocado!
-No… Don Plassmeyer… Sí le hicimos caso…
-A medias. Sí, la orden más importante la cumplieron, pero ¿no comprenden
que si son amigos y pasan tiempo juntos corren el peligro de rozarse?
-Es que no somos amigos. Sólo que ambos paseábamos y nos encontramos. Hemos
venido andando juntos como veinte metros.
Jay miró con tristeza a Kathleen. Esperaba que aquel comentario fuera fruto
únicamente de la mentira.
-Les creeré, pero les juro que como los vuelva a ver juntos, los echo a
patadas a sus casas. ¡No entienden el peligro que corren con lo que están
haciendo!- pegó un golpe en la mesa y se levantó- Gray, Dennison, pueden irse.
Ambos salieron un poco cabizbajos y se marcharon de vuelta a sus
dormitorios. Como el dormitorio de Jay estaba en el pasillo paralelo al de
Kath, tuvieron que subir por la misma escalera.
-Kath… Esto…
-Shhh- e hizo el típico gesto de llevarse el dedo índice sobre los labios-
Mañana es sábado, así que iremos a la ciudad. Allí hablaremos.
-Pero allí estará Abby… O Callum… O quién sabe…
-Ya encontraré yo la forma de distraerlos. Ahora, vete.
-○-
-Podrías venirte a mi casa este fin de semana, ya lo sabes. No hace falta
que te quedes aquí- le dijo Keegan a Sissie, acariciándole el pelo con
suavidad.
-No me gusta la idea de dormir en la misma casa que tú, ya lo sabes. Además, me apetece quedarme
y estar con Kathy y Abby. Me preocupa dejarlas solas, sospecho que el Internado
terminaría por los aires.
-Kath y Abby. Kath y Abby… ¿Y Keegan qué?- preguntó fingiendo un tono
melodramático, lo que provocó la risa de su novia.
-Keegan, te seré sincera. Algo no está bien. No sé lo que es. A Kathleen la
envuelve un halo de misterio que me preocupa realmente. Y a Abby parece que
también, porque trata por todos los medios de descubrir algo acerca de ella. El
otro día la pillé sola en nuestro cuarto encima de la cama deshecha de Kathy, y
buscando con ahínco en uno de sus cajones; y ayer la encontré siguiendo a Kath
a las afueras del Internado. Si no llego a pararla, la sigue hasta dondequiera
que fuera.
-Bueno, ¿qué pasa, que Abigail y tú sois Sherlock Holmes y Watson o algo?-
masculló Keegan, ahora realmente enfadado.
-Noooooo, cariño- Sissie se le acercó un poco más y le dedicó la más tierna
de sus sonrisas- Créeme que sólo estoy preocupada porque algo no anda bien; sospecho
que el pasado de Kath encierra algún secreto. Necesito tiempo para conseguir
que ella me cuente algo más y para evitar que Abby siga husmeando su espacio
personal a sus espaldas.
Keegan trató de esbozar una sonrisa, aunque realmente comprendía más bien
poco.
-¿Sabes? No hacía falta que te molestaras en desmentir el tópico de la rubia-tonta-superficial; yo ya sabía lo
inteligente y dedicada que puedes llegar a ser.
Le dio un beso corto.
-Te prometo que otro fin de semana iré a verte a tu casa- lo abrazó y le
besó, esta vez más pausadamente- Ahora vete, tu madre te espera en el coche.
¡Luego te llamo!
Keegan corrió hacia el coche mientras su novia lo despedía agitando la
mano, de una forma que le resultó simplemente deliciosa.
Una vez el coche se encaminó hacia la carretera, Sissie se dirigió hacia el
autobús. Abajo estaban sus amigos.
-Abby…- la aflautada voz de Callum sonaba débil y minúscula detrás de la
pelirroja- ¿Quieres sentarte conmigo en el autobús?
Abby se giró un poco brusca y le dedicó una mirada cargada de odio. Aquella
mañana estaba de mal humor, si es que alguna vez estaba de buenas.
-Michael Jackson, ¿me has visto
escrito friki en la frente? ¿No,
verdad? Pues entonces mejor ve a preguntarle a alguna maceta si se quiere
sentar contigo y déjame en paz.
-¿Por qué le dice Michael Jackson?- le susurró Kathleen a Vanessa.
-Abby tiene habilidad nata para los sobrenombres- le contestó esta, en un
tono menor si era posible- Callum cantó el año pasado “Thriller” en el karaoke
de final de curso, y como tiene el pelo a lo afro, se le quedó lo de Michael
Jackson. Después de todo debería estar agradecido, antes lo llamaba “Mister
Forúnculos”.
-¿Y por qué consentís que sea así de desagradable?- el tono de Kath
empezaba a elevarse- Verás ahora. ¡Eh, tú, zanahoria!- se acercó a grandes
pasos hasta estar a un escaso medio metro de su compañera. Ésta la recibió con
una mueca de asco.
-¿Quieres un autógrafo, Ojos de Moco?
-No, sólo quiero que le pidas perdón al chaval.
-¿Es que acaso se ha enterado que fui yo la que le pintó bizcocho marica en la colcha?
-No, pero tienes el tacto de un camión, y no me da la gana de que insultes
al chico delante mía. Porque si tuviéramos que reírnos, podríamos empezar por
tu cara, que parece un mapa con tanta peca.
-¡Oh, ya saltó la guapa del grupo! Mira, rubia, si tienes complejo de
abogada defensora, te vas a un bufete a soltarles tu parrafada sobre moralidad,
porque tengo cosas mejores que hacer que estar mirándote la jeta de gilipollas
que me gastas.
-Yo tampoco tengo ganas de encontrarme tus bragas llenas de mierda por el
suelo y me aguanto.
La piel lechosa de Abby comenzó a inflamarse, hasta tener un color
prácticamente idéntico al de su pelo.
-¿Qué has dicho, Ojos de Moco?-
se abalanzó sobre ella y la agarró del cuello. Kathleen le respondió tirándole
del cabello, hasta quedarse con un mechón en la mano. A esto le siguió un duro
puñetazo de Abby en el costado y un par de patadas de Kath en el estómago.
-¡GRAY, RUMSFELD!- el chirriante grito de Ida les llegaba desde la puerta
de entrada, pero ellas seguían en lo suyo.
Jay, asombrado por la fuerza de Abigail, corrió a separarlas, llevándose a
Abby por volandas al interior del vehículo.
-¿Qué haces? Ya casi la tenía ya…- podía oírsele farfullar.
-Voy a sentarte conmigo. Eso si querrás, ¿no?- la soltó encima de un
asiento y se colocó a su lado.
Al segundo entraron todos los demás, que se habían quedado a presenciar la
pelea ya terminada.
Sissie apareció y se sentó delante de Jay y Abby, y poco después apareció
Kathleen, toda despeinada y con una mejilla amoratada, seguida de los
exasperantes gritos y amenazas de la Applewhite.
El viaje transcurrió aparentemente relajado, aunque la tensión podría
cortarse con cuchillo.
A su bajada, les esperaba la gran reprimenda de la prefecta, que los
castigaba con que regresaran una hora antes de lo habitual debido al incidente
ocurrido.
La gente comenzó a dispersarse. Se quedaron solos Callum, Louis (otro
compañero de clase), Vanessa, Sissie, Jay, Abby y Kathleen.
-¿Qué plan tenéis? Yo voy a ir a visitar una exposición de arte por el
centro- comentó Vanessa, intentando calmar el ambiente.
-Guay, lo cuentas como si nos interesara- la respuesta cortante de Abby
vino acompañada con un mohín de desagrado.
-Quizás a alguien sí- le reprochó Callum- Yo por lo menos me voy con ella,
claro está, si no te importa Vanessa.
-No, por mí encantada. Ven, vamos a aquella parada y cogemos el autobús.
Ambos se marcharon, charlando animadamente.
-Dios los cría y ellos se juntan- resopló Abby- Al final va a tener razón
tu novio, el celestino, y esos acaban liados.
-Podrías mostrar un poco de respeto al hablar- le recriminó Kathleen.
-Y tú podrías cambiarte de país y tampoco lo haces.
Ambas se devolvieron miradas de desprecio.
-Ya está- Jay se colocó entremedio de las dos, mirando hacia Abby- vais a
dejar de comportaros como dos crías y a intentar, al menos, soportar a la otra
sin regalarle una mirada asesina.
-¡Pero…!- se quejaron las dos.
-Ni peros ni nada- las cortó Sissie, que había permanecido ajena a la
conversación- haced caso de lo que os dice Jay. Por cierto, yo voy a ir al Harrods, tengo que comprar un par de
cosas, ¿os venís?
-Yo quiero ir a la librería que hay al final de la calle ésta. Tengo ganas
de comprar un libro.
-Ah, yo te acompaño, Kathy- se apresuró a contestar Abby, cogiendo del
brazo a Kathleen, ante la mirada de incredulidad de sus compañeros- ¿Qué? ¿No
queríais que nos lleváramos bien?
Así que Sissie se marchó hacia la parada de autobús donde aún esperaban
Callum y Vanessa, y los demás se dirigieron hacia la librería. En realidad, Jay
sólo quería hablar con Kath, y le había pedido a Louis el favor de que
distrajera a su amiga dark.
-Buenas tardes- proclamó Louis cuando entraron en la tienda, ya que estaba
aparentemente vacía.
Tampoco hubiera sido imposible que no se hubiese enterado el librero. La
librería era una inmensa habitación con dos plantas repletas de pasillos, de
los cuales se desprendía un olor a tinta y papel. En la zona final de la
primera planta había también un apartado para la música, mientras que en su
paralela de la planta superior se amontonaban miles de millones de películas
sobre un antiquísimo aparador.
De repente, detrás del gran mostrador se abrió una puerta y apareció la que
parecía ser la dueña de la librería. No medía más de un metro y medio, así es
que se le veía poco más que hasta la nariz. Tuvo que sentarse en el taburete y
entonces los chicos pudieron observarla detenidamente: tenía el pelo tan blanco
como el azúcar, recogido en un despeinado moño a la altura del cogote. No
pesaba más de cuarenta y cinco kilos, y parecía que la piel no era más que un
fino adhesivo sobre los huesos. Además, entre su nariz aguileña, su boca prieta
y desdentada, y su chepa, podríamos definirla como una bruja. Bueno, no, lo que
realmente le daba ese aire de bruja eran sus minúsculos ojos grisáceos,
escondidos tras unas pesadas gafas de pasta. Aquella mirada hubiera inquietado
a cualquiera.
-¿Les puedo ayudar, jóvenes?- su voz era fina y pausada. Pronunciaba cada
palabra relajadamente, como si las estuviera saboreando.
-Sí, verá, venimos a comprar algunos libros- le contestó Jay.
-Oh, claro, lógicamente, joven- su mirada se tornaba cada vez más extraña-
Díganme, ¿qué títulos buscan?
-Bueno, ya que he venido… Cuentos
Macabros, de Edgar Allan Poe, y Los
crímenes de Oxford, de Guillermo Martínez.
Lo extraño hubiera sido que Abby hubiese preguntado por A tres metros sobre el cielo, o Crepúsculo. Su gusto por el terror
gótico (bueno, por el terror y el suspense en general) era otro de sus vínculos
con el director, parecía.
-Segunda planta, el tercer pasillo.
Abby se encaminó hacia la escalera.
-Supongo que la bibliografía de Poe está toda arriba, ¿no? Así que yo
también voy arriba- comentó Louis, y le guiñó un ojo a Jay mientras subía hacia
la segunda planta también.
-Vaya vaya… Nada más quedan ustedes dos. ¿Vienen buscando algo para leer en
pareja?
-¿Qué? No, nosotros no…- dijeron los dos a la vez, confundidos.
-Ah, perdón, impresiones mías… Tienen que perdonar a una vieja con gafas-
su mirada volvía a adquirir aquel brillo extraño y atemorizante- Es que ambos
se parecen tanto…
-¿Nosotros?- volvió a inquirir Jay. Sus castaños ojos reflejaban la
sorpresa y a la vez la excitación que le estaba produciendo la conversación
-Sí… el mismo pelo rubio… el mismo cuerpo esbelto… la misma sonrisa… ¿son
hermanos, pues?
-¿Qué?- repitió, esta vez Kathleen- ambos somos huérfanos.
-Mmmm…- la sonrisa de la anciana se fue deformando hasta transformarse en
una especie de mueca- Ya veo, ya… ¿Cómo os llamáis?
-Kathleen y Jay, ¿pero a qué viene tanta pregunta?
-Oh, perdón, qué maleducada soy. Mi nombre es Isabelle. Solamente es que mi
hermana perdió a sus hijos mellizos cuando nacieron, y no puedo evitar hacer
preguntas inadecuadas cuando conozco a alguien que es huérfano.
Silencio tenso. Ni Kath ni Jay entendían por qué aquella extravagante mujer
les estaba contando su vida.
-Bueno, ¿dónde está el libro La caída
de los gigantes, de Ken Follet, señora Isabelle?- dijo Kathleen tratando de
romper aquel incómodo momento.
-Sí, quinta estantería- le respondió ésta distraídamente. Isabelle se bajó
de su taburete y volvió a desaparecer tras el mostrador.
Kathleen se dirigió a la estantería que la librera le había indicado y se
perdió tras los tomos de los libros que allí descansaban apilados. Cuando por
fin hubo encontrado el ejemplar que andaba buscando, se decidió a retirarlo.
Cual no fue su sorpresa cuando al otro lado del hueco que había dejado apareció
un ojo marrón chocolate y la mitad de una perfecta nariz.
-¡Jay! ¡Qué susto me has pegado!
-¿Te cuelas en cabañas encantadas y ahora te asusta un ojo?- le respondió él,
entre risas.
-Bueno, pero que eso es distinto… Además, yo de ti me apartaba porque la
pelo zanahoria está ahí encima- y señaló encima de sus cabezas.
-Tranquila, ya me he encargado yo de distraerla.
-¿Qué? ¿Para Louis y tú habéis…? Oh. ¿Y qué le has ofrecido a Louis a
cambio de este pequeño-gran favor?
-Una cita contigo- tras la cara de espanto de su interlocutora tuvo que
confesar la verdad- nada, Louis lleva tiempo detrás de mi sudadera del Manchester
United. Tan sencillo como ofrecérsela.
-Me gustaría saber qué le está haciendo a Abby.
-Ya lo averiguaremos. Ahora, date la vuelta que tenemos que hablar.
-Pero, ¿aquí? No sé si…
-¡Kathleen! Voy a perder mi tesoro más preciado por esta conversación, así
que no ignores el tema.
Kathy obedeció como una niña buena y se dio la vuelta. Se quedó a más de
medio metro de distancia de su compañero, aunque realmente quisiera acortar ese
espacio hasta eliminarlo.
-¿Qué quieres que hablemos?
-He estado pensando.
-¡Bravo! No sabías que pensaras.
-Kath, esto es serio. Creo que para descubrir algo tendríamos que empezar
por descubrir a “alguien”.
-¿Estás hablando de nuestro supuesto colaborador?
-Sí… Si tenía todas las pistas que encontramos en la cabaña, está claro que
conocía bastante bien a Gill y Cedric. Quizás tenga algo más, algún dato que
pudiera servirnos.
-Me parece genial tu idea, pero, sólo tengo una pega: ¿por dónde quieres
que empecemos a buscar, señor Holmes?
La conversación había pasado a ser poco más que un susurro, pero un susurro
perfectamente perceptible para unos oídos que se escondían un par de estanterías
más atrás.
-He pensado que podríamos volver a la cabaña y dejarle alguna señal para
que sepa que nosotros también estamos al tanto de sus movimientos.
-Vaya… Inteligente idea. Por cierto, ¿no hace un poco de calor aquí?
-Sí… Soy yo. Suelo provocar subidas de temperatura cuando estoy asustado.
-¿Y de qué estás asustado?
“De tu cercanía, ojos verdes”, pensó, pero a ella le dijo:
-Pues por todo lo que está pasando… ¡Oye!
-¿Qué ocurre?
-Nada… Es sólo que… Me pareció ver a alguien observando por el hueco que
has dejado libre al retirar el libro.
Kathleen se colocó de puntillas y asomó su mirada a través de la rendija.
La paseó también por la habitación. La única persona que estaba en aquella
planta baja, Isabelle, se encontraba al final de la sala.
-Te estás sugestionando, Jay.
-Eso será- contestó, no muy convencido. A Jay sus ojos nunca lo engañaban-
Bueno, ve a pagar eso. Yo me marcho, nos vamos en media hora y me apetece ir a
comprar un bollo. Por no hablar que ésos dos estarán por bajar.
Se despidieron y Jay se marchó. Kathleen se acercó al mostrador, donde la
esperaba la librera, toda mieles ahora. No sabía lo mucho que conocía aquella “extraña”
sobre ellos.
ME HA ENCANTADO! Créeme que la espera merece la pena muejejeje Es que parece imposible,pero cada vez te superas.........Tranquila,a mi me pasa lo mismo cuando empiezo el colegio,así que tampoco creo que pueda subir muy a menudo,pero yo aguardaré pacientemente a que subas los capítulos para comentarlos :)
ResponderEliminarJAY <333333 Un besazo enorme! <3
Caroooool cariño :):) Me alegro de que te haya gustado, jep jep, aunque tampoco creo que esté taaaan bien como lo pintas jaja. Bueno, yo espero pacientemente tus capítulos, y prometo escribir más rápido, ya sé justamente por donde seguir, y créeme que aguardan muchas sorpresas MUAHAHA. Ooooooins es que es muy tierno Jay, ¿verdad que sí? Un besazo <3
Eliminar¿Y se puede saber por qué no he leído yo antes este blog...? Que alguien me lo diga, porque es indecente! T_T Wow, es una historia que me ha enganchado, de verdad! Sinceramente, no me creo capaz a esperar al siguiente capítulo... Dios, necesito saber qué pasará entre Jay y Kath! Es que a mí las historias románticas de este tipo me matan jijijiji.
ResponderEliminarY por ciertoooo, he visto que te gusta Taylor Swift *_* Aunque no te interese, te digo que es mi cantante favorita *_*
Un besazo! Y sigue así!
PD: Si tienes tiempo, y no te importa, este es mi blog :3 imaginacionescrita-april.blogspot.com No te obligo a que lo leas, porque llevo muuuchos capítulos, y puede que te de pereza leerlo, así que... xD
Jajaja no es indecente, yo seguiré aquí esperando a gente tan agradable como tú :) Oh muchísimas gracias, me alegra que te guste aunque yo no pienso que sea tan fascinante y adictiva... Jaja trataré de escribir pronto, el siguiente capítulo estará interesante (maybe) ^^ Oh, claro que me interesa, siempre es bueno conocer que no soy la única Swifty de la blogosfera; de hecho, aunque no te interese, el personaje de Kath está basado en Taylor, hasta canta y todo... Algún día dará una sorpresa jiji...
EliminarAh, bueno, no te preocupes, en cuanto tenga tiempo me lo leo que seguro que me encanta :3
Muchas gracias y un beso guapa :):)
a ver si conocen quien les ayuda... y la librera es que sabe algo?? que interesante!! :)
ResponderEliminarJajaja quizás ese sea el secreto menos importante que tienen que descubrir aún, ya lo verás ;) No se sabe :) ¡Gracias cielo!
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