miércoles, 26 de septiembre de 2012

Capítulo 10: La caída de los gigantes.

Después de todo un verano, regresé.

Buenas nocheeeeeeeeeeeees. ¡CHANCHANCHÁN! Yo soy como las series de televisión, vuelvo en septiembre jajaja. Bueno, ya había explicado anteriormente el motivo de mi ausencia, que resume básicamente en que no he tenido ni el tiempo ni la idea para escribir el capítulo que yo hubiese querido. Quería hacer algo un poco más... especial y... NO LO HE CONSEGUIDO. Es más largo, con diferencia, y creo que os dejará un poco intrigados a ver... Prometo ponerme las pilas y publicar pronto, aunque (lo aviso) soy muy muy empollona, quiero decir que una vez empieza el curso apenas me da tiempo a mirarme la nariz. Sin embargo, por vosotros lo intentaré jajaja. Por cierto, hago un poco de publicidad para mi gran amiga y mi fan número uno, Carol, que ha abierto un blog nuevo súper interesante y os animo a todos a ver. Aparece a la dcha. en mi lista de blogs imperdibles. Se llama Bethkatil. VISITADDDDDLO JIJI.
Bueno, sin más, espero que mi regreso sea merecido, que lo disfrutéis mucho mucho y pronto tendréis a Jay y Kathleen en directo con varias pequeñas-grandes sorpresas
UN BESAZOOOOOOOOOOOO<3
El despacho de Warwick Plassmeyer era tan inquietante y misterioso como el director en general. Las paredes tenían un color anaranjado algo grisáceo. No era un tono limpio, al igual que la persona a la que le gustaban aquellos colores. Quizás con los muebles y objetos decorativos adecuados el color de la pared habría pasado más desapercibido, pero, por el contrario, el resto de la decoración era aún más curiosa: la habitación estaba enriquecida por una serie de muebles de caoba, de seguro carísimos, negros como el carbón y de formas asimétricas. Sí, es cierto que las cinco estanterías que formaban el conjunto estaban cubiertas de libros sobre psicopedagogía, logopedia, y acoso escolar; pero los cuadros de las paredes eran góticas imágenes de animales degollados, cuervos negros, sombras y sangre. Sobre la mesa había una larga lista de libros de terror gótico, apilados, y, en la única zona libre que quedaba en la pared, estaban colgados el cuerno de un elefante, un gato montés disecado y una cabeza de búfalo. Debajo se podía ver al director con su rifle de caza.
-Me gusta cazar en mis ratos libres, ¿a usted no, Gray?
-No… No mucho señor director.
-A mí tampoco me gusta mucho que desobedezcan mis órdenes- se podía percibir el enfado en su voz- Vamos a ver, Gray, Dennison, ¿yo qué les dije?
-Que no podíamos ser amigos, señor director- respondió Jay titubeante.
-Pues, entonces, ¿me explican qué hacían los dos de escapadita romántica a horas inoportunas? ¡No me digan que, ya me han desobedecido del todo y se han tocado!
-No… Don Plassmeyer… Sí le hicimos caso…
-A medias. Sí, la orden más importante la cumplieron, pero ¿no comprenden que si son amigos y pasan tiempo juntos corren el peligro de rozarse?
-Es que no somos amigos. Sólo que ambos paseábamos y nos encontramos. Hemos venido andando juntos como veinte metros.
Jay miró con tristeza a Kathleen. Esperaba que aquel comentario fuera fruto únicamente de la mentira.
-Les creeré, pero les juro que como los vuelva a ver juntos, los echo a patadas a sus casas. ¡No entienden el peligro que corren con lo que están haciendo!- pegó un golpe en la mesa y se levantó- Gray, Dennison, pueden irse.
Ambos salieron un poco cabizbajos y se marcharon de vuelta a sus dormitorios. Como el dormitorio de Jay estaba en el pasillo paralelo al de Kath, tuvieron que subir por la misma escalera.
-Kath… Esto…
-Shhh- e hizo el típico gesto de llevarse el dedo índice sobre los labios- Mañana es sábado, así que iremos a la ciudad. Allí hablaremos.
-Pero allí estará Abby… O Callum… O quién sabe…
-Ya encontraré yo la forma de distraerlos. Ahora, vete.
                                                                      --
-Podrías venirte a mi casa este fin de semana, ya lo sabes. No hace falta que te quedes aquí- le dijo Keegan a Sissie, acariciándole el pelo con suavidad.
-No me gusta la idea de dormir en la misma casa que tú, ya lo sabes. Además, me apetece quedarme y estar con Kathy y Abby. Me preocupa dejarlas solas, sospecho que el Internado terminaría por los aires.
-Kath y Abby. Kath y Abby… ¿Y Keegan qué?- preguntó fingiendo un tono melodramático, lo que provocó la risa de su novia.
-Keegan, te seré sincera. Algo no está bien. No sé lo que es. A Kathleen la envuelve un halo de misterio que me preocupa realmente. Y a Abby parece que también, porque trata por todos los medios de descubrir algo acerca de ella. El otro día la pillé sola en nuestro cuarto encima de la cama deshecha de Kathy, y buscando con ahínco en uno de sus cajones; y ayer la encontré siguiendo a Kath a las afueras del Internado. Si no llego a pararla, la sigue hasta dondequiera que fuera.
-Bueno, ¿qué pasa, que Abigail y tú sois Sherlock Holmes y Watson o algo?- masculló Keegan, ahora realmente enfadado.
-Noooooo, cariño- Sissie se le acercó un poco más y le dedicó la más tierna de sus sonrisas- Créeme que sólo estoy preocupada porque algo no anda bien; sospecho que el pasado de Kath encierra algún secreto. Necesito tiempo para conseguir que ella me cuente algo más y para evitar que Abby siga husmeando su espacio personal a sus espaldas.
Keegan trató de esbozar una sonrisa, aunque realmente comprendía más bien poco.
-¿Sabes? No hacía falta que te molestaras en desmentir el tópico de la rubia-tonta-superficial; yo ya sabía lo inteligente y dedicada que puedes llegar a ser.
Le dio un beso corto.
-Te prometo que otro fin de semana iré a verte a tu casa- lo abrazó y le besó, esta vez más pausadamente- Ahora vete, tu madre te espera en el coche. ¡Luego te llamo!
Keegan corrió hacia el coche mientras su novia lo despedía agitando la mano, de una forma que le resultó simplemente deliciosa.
Una vez el coche se encaminó hacia la carretera, Sissie se dirigió hacia el autobús. Abajo estaban sus amigos.
-Abby…- la aflautada voz de Callum sonaba débil y minúscula detrás de la pelirroja- ¿Quieres sentarte conmigo en el autobús?
Abby se giró un poco brusca y le dedicó una mirada cargada de odio. Aquella mañana estaba de mal humor, si es que alguna vez estaba de buenas.
-Michael Jackson, ¿me has visto escrito friki en la frente? ¿No, verdad? Pues entonces mejor ve a preguntarle a alguna maceta si se quiere sentar contigo y déjame en paz.
-¿Por qué le dice Michael Jackson?- le susurró Kathleen a Vanessa.
-Abby tiene habilidad nata para los sobrenombres- le contestó esta, en un tono menor si era posible- Callum cantó el año pasado “Thriller” en el karaoke de final de curso, y como tiene el pelo a lo afro, se le quedó lo de Michael Jackson. Después de todo debería estar agradecido, antes lo llamaba “Mister Forúnculos”.
-¿Y por qué consentís que sea así de desagradable?- el tono de Kath empezaba a elevarse- Verás ahora. ¡Eh, tú, zanahoria!- se acercó a grandes pasos hasta estar a un escaso medio metro de su compañera. Ésta la recibió con una mueca de asco.
-¿Quieres un autógrafo, Ojos de Moco?
-No, sólo quiero que le pidas perdón al chaval.
-¿Es que acaso se ha enterado que fui yo la que le pintó bizcocho marica en la colcha?
-No, pero tienes el tacto de un camión, y no me da la gana de que insultes al chico delante mía. Porque si tuviéramos que reírnos, podríamos empezar por tu cara, que parece un mapa con tanta peca.
-¡Oh, ya saltó la guapa del grupo! Mira, rubia, si tienes complejo de abogada defensora, te vas a un bufete a soltarles tu parrafada sobre moralidad, porque tengo cosas mejores que hacer que estar mirándote la jeta de gilipollas que me gastas.
-Yo tampoco tengo ganas de encontrarme tus bragas llenas de mierda por el suelo y me aguanto.
La piel lechosa de Abby comenzó a inflamarse, hasta tener un color prácticamente idéntico al de su pelo.
-¿Qué has dicho, Ojos de Moco?- se abalanzó sobre ella y la agarró del cuello. Kathleen le respondió tirándole del cabello, hasta quedarse con un mechón en la mano. A esto le siguió un duro puñetazo de Abby en el costado y un par de patadas de Kath en el estómago.
-¡GRAY, RUMSFELD!- el chirriante grito de Ida les llegaba desde la puerta de entrada, pero ellas seguían en lo suyo.
Jay, asombrado por la fuerza de Abigail, corrió a separarlas, llevándose a Abby por volandas al interior del vehículo.
-¿Qué haces? Ya casi la tenía ya…- podía oírsele farfullar.
-Voy a sentarte conmigo. Eso si querrás, ¿no?- la soltó encima de un asiento y se colocó a su lado.
Al segundo entraron todos los demás, que se habían quedado a presenciar la pelea ya terminada.
Sissie apareció y se sentó delante de Jay y Abby, y poco después apareció Kathleen, toda despeinada y con una mejilla amoratada, seguida de los exasperantes gritos y amenazas de la Applewhite.
El viaje transcurrió aparentemente relajado, aunque la tensión podría cortarse con cuchillo.
A su bajada, les esperaba la gran reprimenda de la prefecta, que los castigaba con que regresaran una hora antes de lo habitual debido al incidente ocurrido.
La gente comenzó a dispersarse. Se quedaron solos Callum, Louis (otro compañero de clase), Vanessa, Sissie, Jay, Abby y Kathleen.
-¿Qué plan tenéis? Yo voy a ir a visitar una exposición de arte por el centro- comentó Vanessa, intentando calmar el ambiente.
-Guay, lo cuentas como si nos interesara- la respuesta cortante de Abby vino acompañada con un mohín de desagrado.
-Quizás a alguien sí- le reprochó Callum- Yo por lo menos me voy con ella, claro está, si no te importa Vanessa.
-No, por mí encantada. Ven, vamos a aquella parada y cogemos el autobús.
Ambos se marcharon, charlando animadamente.
-Dios los cría y ellos se juntan- resopló Abby- Al final va a tener razón tu novio, el celestino, y esos acaban liados.
-Podrías mostrar un poco de respeto al hablar- le recriminó Kathleen.
-Y tú podrías cambiarte de país y tampoco lo haces.
Ambas se devolvieron miradas de desprecio.
-Ya está- Jay se colocó entremedio de las dos, mirando hacia Abby- vais a dejar de comportaros como dos crías y a intentar, al menos, soportar a la otra sin regalarle una mirada asesina.
-¡Pero…!- se quejaron las dos.
-Ni peros ni nada- las cortó Sissie, que había permanecido ajena a la conversación- haced caso de lo que os dice Jay. Por cierto, yo voy a ir al Harrods, tengo que comprar un par de cosas, ¿os venís?
-Yo quiero ir a la librería que hay al final de la calle ésta. Tengo ganas de comprar un libro.
-Ah, yo te acompaño, Kathy- se apresuró a contestar Abby, cogiendo del brazo a Kathleen, ante la mirada de incredulidad de sus compañeros- ¿Qué? ¿No queríais que nos lleváramos bien?
Así que Sissie se marchó hacia la parada de autobús donde aún esperaban Callum y Vanessa, y los demás se dirigieron hacia la librería. En realidad, Jay sólo quería hablar con Kath, y le había pedido a Louis el favor de que distrajera a su amiga dark.
-Buenas tardes- proclamó Louis cuando entraron en la tienda, ya que estaba aparentemente vacía.
Tampoco hubiera sido imposible que no se hubiese enterado el librero. La librería era una inmensa habitación con dos plantas repletas de pasillos, de los cuales se desprendía un olor a tinta y papel. En la zona final de la primera planta había también un apartado para la música, mientras que en su paralela de la planta superior se amontonaban miles de millones de películas sobre un antiquísimo aparador.
De repente, detrás del gran mostrador se abrió una puerta y apareció la que parecía ser la dueña de la librería. No medía más de un metro y medio, así es que se le veía poco más que hasta la nariz. Tuvo que sentarse en el taburete y entonces los chicos pudieron observarla detenidamente: tenía el pelo tan blanco como el azúcar, recogido en un despeinado moño a la altura del cogote. No pesaba más de cuarenta y cinco kilos, y parecía que la piel no era más que un fino adhesivo sobre los huesos. Además, entre su nariz aguileña, su boca prieta y desdentada, y su chepa, podríamos definirla como una bruja. Bueno, no, lo que realmente le daba ese aire de bruja eran sus minúsculos ojos grisáceos, escondidos tras unas pesadas gafas de pasta. Aquella mirada hubiera inquietado a cualquiera.
-¿Les puedo ayudar, jóvenes?- su voz era fina y pausada. Pronunciaba cada palabra relajadamente, como si las estuviera saboreando.
-Sí, verá, venimos a comprar algunos libros- le contestó Jay.
-Oh, claro, lógicamente, joven- su mirada se tornaba cada vez más extraña- Díganme, ¿qué títulos buscan?
-Bueno, ya que he venido… Cuentos Macabros, de Edgar Allan Poe, y Los crímenes de Oxford, de Guillermo Martínez.
Lo extraño hubiera sido que Abby hubiese preguntado por A tres metros sobre el cielo, o Crepúsculo. Su gusto por el terror gótico (bueno, por el terror y el suspense en general) era otro de sus vínculos con el director, parecía.
-Segunda planta, el tercer pasillo.
Abby se encaminó hacia la escalera.
-Supongo que la bibliografía de Poe está toda arriba, ¿no? Así que yo también voy arriba- comentó Louis, y le guiñó un ojo a Jay mientras subía hacia la segunda planta también.
-Vaya vaya… Nada más quedan ustedes dos. ¿Vienen buscando algo para leer en pareja?
-¿Qué? No, nosotros no…- dijeron los dos a la vez, confundidos.
-Ah, perdón, impresiones mías… Tienen que perdonar a una vieja con gafas- su mirada volvía a adquirir aquel brillo extraño y atemorizante- Es que ambos se parecen tanto…
-¿Nosotros?- volvió a inquirir Jay. Sus castaños ojos reflejaban la sorpresa y a la vez la excitación que le estaba produciendo la conversación
-Sí… el mismo pelo rubio… el mismo cuerpo esbelto… la misma sonrisa… ¿son hermanos, pues?
-¿Qué?- repitió, esta vez Kathleen- ambos somos huérfanos.
-Mmmm…- la sonrisa de la anciana se fue deformando hasta transformarse en una especie de mueca- Ya veo, ya… ¿Cómo os llamáis?
-Kathleen y Jay, ¿pero a qué viene tanta pregunta?
-Oh, perdón, qué maleducada soy. Mi nombre es Isabelle. Solamente es que mi hermana perdió a sus hijos mellizos cuando nacieron, y no puedo evitar hacer preguntas inadecuadas cuando conozco a alguien que es huérfano.
Silencio tenso. Ni Kath ni Jay entendían por qué aquella extravagante mujer les estaba contando su vida.
-Bueno, ¿dónde está el libro La caída de los gigantes, de Ken Follet, señora Isabelle?- dijo Kathleen tratando de romper aquel incómodo momento.
-Sí, quinta estantería- le respondió ésta distraídamente. Isabelle se bajó de su taburete y volvió a desaparecer tras el mostrador.
Kathleen se dirigió a la estantería que la librera le había indicado y se perdió tras los tomos de los libros que allí descansaban apilados. Cuando por fin hubo encontrado el ejemplar que andaba buscando, se decidió a retirarlo. Cual no fue su sorpresa cuando al otro lado del hueco que había dejado apareció un ojo marrón chocolate y la mitad de una perfecta nariz.
-¡Jay! ¡Qué susto me has pegado!
-¿Te cuelas en cabañas encantadas y ahora te asusta un ojo?- le respondió él, entre risas.
-Bueno, pero que eso es distinto… Además, yo de ti me apartaba porque la pelo zanahoria está ahí encima- y señaló encima de sus cabezas.
-Tranquila, ya me he encargado yo de distraerla.
-¿Qué? ¿Para Louis y tú habéis…? Oh. ¿Y qué le has ofrecido a Louis a cambio de este pequeño-gran favor?
-Una cita contigo- tras la cara de espanto de su interlocutora tuvo que confesar la verdad- nada, Louis lleva tiempo detrás de mi sudadera del Manchester United. Tan sencillo como ofrecérsela.
-Me gustaría saber qué le está haciendo a Abby.
-Ya lo averiguaremos. Ahora, date la vuelta que tenemos que hablar.
-Pero, ¿aquí? No sé si…
-¡Kathleen! Voy a perder mi tesoro más preciado por esta conversación, así que no ignores el tema.
Kathy obedeció como una niña buena y se dio la vuelta. Se quedó a más de medio metro de distancia de su compañero, aunque realmente quisiera acortar ese espacio hasta eliminarlo.
-¿Qué quieres que hablemos?
-He estado pensando.
-¡Bravo! No sabías que pensaras.
-Kath, esto es serio. Creo que para descubrir algo tendríamos que empezar por descubrir a “alguien”.
-¿Estás hablando de nuestro supuesto colaborador?
-Sí… Si tenía todas las pistas que encontramos en la cabaña, está claro que conocía bastante bien a Gill y Cedric. Quizás tenga algo más, algún dato que pudiera servirnos.
-Me parece genial tu idea, pero, sólo tengo una pega: ¿por dónde quieres que empecemos a buscar, señor Holmes?
La conversación había pasado a ser poco más que un susurro, pero un susurro perfectamente perceptible para unos oídos que se escondían un par de estanterías más atrás.
-He pensado que podríamos volver a la cabaña y dejarle alguna señal para que sepa que nosotros también estamos al tanto de sus movimientos.
-Vaya… Inteligente idea. Por cierto, ¿no hace un poco de calor aquí?
-Sí… Soy yo. Suelo provocar subidas de temperatura cuando estoy asustado.
-¿Y de qué estás asustado?
“De tu cercanía, ojos verdes”, pensó, pero a ella le dijo:
-Pues por todo lo que está pasando… ¡Oye!
-¿Qué ocurre?
-Nada… Es sólo que… Me pareció ver a alguien observando por el hueco que has dejado libre al retirar el libro.
Kathleen se colocó de puntillas y asomó su mirada a través de la rendija. La paseó también por la habitación. La única persona que estaba en aquella planta baja, Isabelle, se encontraba al final de la sala.
-Te estás sugestionando, Jay.
-Eso será- contestó, no muy convencido. A Jay sus ojos nunca lo engañaban- Bueno, ve a pagar eso. Yo me marcho, nos vamos en media hora y me apetece ir a comprar un bollo. Por no hablar que ésos dos estarán por bajar.
Se despidieron y Jay se marchó. Kathleen se acercó al mostrador, donde la esperaba la librera, toda mieles ahora. No sabía lo mucho que conocía aquella “extraña” sobre ellos.





  




6 comentarios:

  1. ME HA ENCANTADO! Créeme que la espera merece la pena muejejeje Es que parece imposible,pero cada vez te superas.........Tranquila,a mi me pasa lo mismo cuando empiezo el colegio,así que tampoco creo que pueda subir muy a menudo,pero yo aguardaré pacientemente a que subas los capítulos para comentarlos :)
    JAY <333333 Un besazo enorme! <3

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    1. Caroooool cariño :):) Me alegro de que te haya gustado, jep jep, aunque tampoco creo que esté taaaan bien como lo pintas jaja. Bueno, yo espero pacientemente tus capítulos, y prometo escribir más rápido, ya sé justamente por donde seguir, y créeme que aguardan muchas sorpresas MUAHAHA. Ooooooins es que es muy tierno Jay, ¿verdad que sí? Un besazo <3

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  2. ¿Y se puede saber por qué no he leído yo antes este blog...? Que alguien me lo diga, porque es indecente! T_T Wow, es una historia que me ha enganchado, de verdad! Sinceramente, no me creo capaz a esperar al siguiente capítulo... Dios, necesito saber qué pasará entre Jay y Kath! Es que a mí las historias románticas de este tipo me matan jijijiji.
    Y por ciertoooo, he visto que te gusta Taylor Swift *_* Aunque no te interese, te digo que es mi cantante favorita *_*
    Un besazo! Y sigue así!
    PD: Si tienes tiempo, y no te importa, este es mi blog :3 imaginacionescrita-april.blogspot.com No te obligo a que lo leas, porque llevo muuuchos capítulos, y puede que te de pereza leerlo, así que... xD

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    1. Jajaja no es indecente, yo seguiré aquí esperando a gente tan agradable como tú :) Oh muchísimas gracias, me alegra que te guste aunque yo no pienso que sea tan fascinante y adictiva... Jaja trataré de escribir pronto, el siguiente capítulo estará interesante (maybe) ^^ Oh, claro que me interesa, siempre es bueno conocer que no soy la única Swifty de la blogosfera; de hecho, aunque no te interese, el personaje de Kath está basado en Taylor, hasta canta y todo... Algún día dará una sorpresa jiji...
      Ah, bueno, no te preocupes, en cuanto tenga tiempo me lo leo que seguro que me encanta :3
      Muchas gracias y un beso guapa :):)

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  3. a ver si conocen quien les ayuda... y la librera es que sabe algo?? que interesante!! :)

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    1. Jajaja quizás ese sea el secreto menos importante que tienen que descubrir aún, ya lo verás ;) No se sabe :) ¡Gracias cielo!

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