lunes, 4 de febrero de 2013

Capítulo 16: Lucy.


¡Hola, lectorcillos y lectorcillas míos! ¿Cómo lleváis el invierno? :3 Como veis, esta vez he publicado capítulo bastante más seguido de lo habitual (estaba de buen humor, jes jes). Por cierto, ¿os gusta mi nueva cabecera? ¿Bonita, eh? Cortesía de Dillaardi (podéis acceder a sus geniales blogs haciendo click aquí y aquí), como parte de mi premio por ganar su concurso: crear un personaje para su historia, "Michelle". Así que, ya sabéis, leedla, será realmente buena, Palabra de Honor. En fin, no tengo mucho más que decir (bueno, sí, ¿6600 visitas? Creo que un hacker me está aumentando las visitas o algo), que el capítulo puede parecer al principio algo rebuscado, pero sentía que tenía que escribirlo así (aclaro: Lucy está inspirada en mi mejor amiga, que se llama Lucía, aunque el color de pelo y el carácter de Lucy no coinciden con los de la Lucía real); y, bueno, sólo que disfrutéis del capítulo, y, por favor, si os gusta manifestaos y comentadme, creedme que es mucho más motivante para mí (con que me escribáis "mantequilla", esta cursi ya es feliz). ¡Un besazo cariños míos!
-Jay, concéntrate, Jay- la mirada de Margaret pedía a gritos ayuda. Sabía que algo había en el chico que no estaba bien.
Los fuertes cortocircuitos se siguieron produciendo. Una gran lámpara de cristal que pendía en el centro de la sala chisporroteó y se tambaleó, cayendo de lleno en mitad de una mesa. La colisión fue monumental.
Todo el mundo comenzó a gritar. ¿Qué estaba pasando?
Keegan miró hacia donde estaban su mejor amigo y la bibliotecaria. El rostro de Jay era duro cual piedra, y sus manos estaban fuertemente apretadas en dos puños. Se acercó corriendo.
-¡Jay, aléjate de ella!- le suplicó, mirando a Margaret con desdén- ¡No es trigo limpio!
-¡Quítate del medio!- le espetó éste, y lo empujó fuertemente. Una serie de descargas eléctricas salieron de sus manos y tocaron a Keegan, quien cayó mareado al suelo.
Instantáneamente, la luz se fue. Cuando regresó, Jay ya no estaba.
Margaret ayudó a Keegan a levantarse. Una vez estuvo en pie, ella también salió a correr.
Kathleen tragó duro y estudió el triangulado rostro de la mujer que estaba anudándole una goma al brazo.
-Es para la presión, para poder sacarte mejor la muestra de sangre- le dijo, mostrando una gélida hilera de dientes puntiagudos.
Bueno, sólo se había sacado sangre para hacerse un análisis unas dos veces en su vida, pero hasta ahí llegaba para comprender, no necesitaba que la mujer se lo explicara. Y si, ¿y si se lo estaba explicando para distraerla? Es más, ¿y si la goma era un arma mortal que la dejaría en estado inconsciente? ¿Y si en realidad el director y sus amigos realmente eran vampiros? Las ideas bullían en su cabeza, a cual más estúpida e irreal, mientras que la fría enfermera clavaba la aguja de la jeringa en su piel. Sintió un leve pinchazo, y después vio la sangre subir a través del tubo de la jeringuilla.
-Muy bien- susurró el supuesto doctor. Por su tono de voz y su forma de mirar, parecía enteramente un tigre a punto de cazar a una presa.
De repente, mientras el "depredador" se acercaba sigilosamente a tomar el tubo con la muestra de sangre de Kathleen, cuando la puerta se abrió.
Alguien entró gritando, tiró varias sillas, y empotró la mesa y al doctor en la pared. Pero, ¿quién? No había nadie. 
La luz iba y venía. Kathleen miraba a todas partes, asustada, hasta que la enfermera la soltó.
Entonces, todo el revuelo cesó, y Jay apareció en mitad de la sala agarrando al doctor Loick por los pelos.
Jadeó mientras lo soltaba. Se miró las manos, y las pasó por las distintas partes de su cuerpo.
-¿Qué... Sucede?
Kathleen sentía su corazón palpitar fuertemente en su cabeza, casi hasta dolía. 
El director y los demás tragaron saliva. Margaret entró corriendo en la habitación.
-Señor Plassmeyer, creo que hay un problema con la luz, debería ir a revisar el contador.
Warwick la miró, anonadado, y respondió:
-Oh, claro. Bueno, Gray, Dennison, pueden irse a su estúpida fiestecita. Otro día proseguiremos con el análisis.
Indicó con la mano a Loick, Aurora e Ida que salieran, y Kathleen, Jay y Margaret los siguieron.
-Eso ha sido... Muy increíble- musitó Kath- ¿cómo lo has hecho? Quiero decir, yo nunca... Oh, estabas ahí y...
-No sé- Jay se sentía confundido. Estaba mareado y no recordaba claramente cómo había llegado hasta el despacho del director. Había salido corriendo de la sala, sí, pero no recordaba haberse vuelto invisible en ningún momento- simplemente, ocurrió.
La bibliotecaria fingió no escucharlos.
-Buenas noches, chicos, disfrutad de vuestra fiesta.
-Gracias- contestaron al unísono.
Cuando Margaret ya se encontraba lo suficientemente lejos, Kath se llevó las manos a la cara y comenzó a llorar, nerviosa.
-Kathy... ¿Estás bien?
Levantó la llorosa mirada y se encontró con los oscuros y cansados ojos de Jay. Debía ser agotador volverse invisible.
El impulso de Jay por agacharse y abrazarla era más fuerte que su sentido común. No recordaba con claridad ninguna razón para no hacerlo. "Te matarían, idiota", se recordó. Porque ya estaba convencido: había algo extraño en el Internado, no sabía el qué, ni por qué, pero querían algo de Kath y de él.
-Yo... Pensé que me matarían.
Jay soltó una sonora carcajada, la cual sonaba tan falsa como su sonrisa de incredulidad. Él mismo había corrido hasta el despacho porque pensaba que iban a matar a Kathleen, a la única chica que alguna vez le había importado.
-¿Qué motivo tendrían ellos para matarte?
Un cosquilleo recorrió la espina dorsal de  Kathleen. ¿Qué motivos tendrían?
-No sé... No era por los motivos, era... Sus miradas. Parecían depredadores a punto de dar caza a su presa.
Las imágenes de los penetrantes ojos de la reunión se venían a su mente, perforándola. Sabía que por mucho que lo intentara, no sería capaz; no había palabras para definir esa forma de mirar. Era, quizás, demasiado parecida a la imagen de aquel doctor con aquel bebé en brazos de su visión.
-Tranquilízate, ¿vale? Todo va a estar bien, yo nunca dejaré que te hagan daño.
-Suena difícil de creer cuando ni siquiera te puedes acercar a menos de medio metro de mí.
Kathleen se levantó.
-Será mejor que volvamos a la fiesta.
-Claro, una fiesta no es lo mismo si no está la princesa de la fiesta.
Kathleen sonrió ante el cariñoso comentario de su compañero, y ambos se dirigieron de vuelta al salón de actos, el cual presentaba una deprimente imagen tras la sacudida provocada por el temperamento de Jay.
"Las lágrimas corren a través de mi rostro mientras oigo al doctor hablar. Mi hija no nacerá o, mejor dicho, nacerá muerta. En el hipotético caso de que naciera viva, duraría unos minutos.
¿POR QUÉ?, grito, ¿POR QUÉ NO PUEDE NACER? AÚN NO LE HA HECHO NADA MALO AL MUNDO PARA QUE LA CASTIGUEN.
Cedric trata de tranquilizarme. Me agarra por los brazos y me sujeta a la camilla del ginecólogo.
-Gi... Eh, Bessie, cariño. Tranquila, cariño. Verás como todo sale bien, y la pequeña Lucy nacerá sana y salva.
-Sana y salva- escupo- ¡Morirá, está condenada a la muerte, todas las Lucys lo están!- estoy fuera de mí, gritando improperios- ¡Te pedí que no la llamáramos Lucy, pero al final acepté! ¡Y mira! ¡Nos dicen que morirá! Es el destino, el funesto destino de todas las Lucys.
                                                                                             Gill, 3 de diciembre de 1996"
Aún se notaba el leve rastro de las lágrimas en el rostro de Kathleen cuando giraba a través de la pista de baile. Trataba de ignorar todo lo vivido (o, más bien, lo no vivido) un rato antes en el despacho de don Warwick.
Un esbelto muchacho se acercó sigilosamente a ella. Cuando se encontraba a pocos pasos de distancia, le señaló con la cabeza la salida, y ella asintió.
Ambos salieron. Kath seguía tranquilamente a Jay, observando cada uno de sus ingrávidos pasos, estudiando su pelo color trigal, su manera de moverse.
Cuando salieron fuera, bajo la luz de la luna, se veía más guapo que nunca.
Jay la miró. Era el momento. Se acercó hacia ella, pero no se detuvo ni cuando estuvo a sólo unos pasos. Con sumo cuidado, pasó sus dedos a través del pelo de Kathleen, chispazos de electricidad pasando a su contacto. Ella cerró los ojos.
-¿Sabes que esto no está bien?
-Ya...-contestó con indiferencia- ¿Quieres que no lo haga?
Kath abrió los ojos. Aquellas dos brillantes estrellas verdes se toparon con la pícara sonrisa de Jay.
-No he dicho eso.
Jay tragó saliva, su respiración entrecortada. Se acercó aún más al rostro de Kathleen.
Sus labios buscaron los de ella, casi rozándose.
... Jay despertó, sudando, y se pasó la mano por la frente. ¿De verdad había sido un sueño?
Obviamente, ¿no? ¿Cómo si no, Kath lo habría casi besado? Y, sin embargo, una irracional parte de él lo empujaba a pensar que había sido real. O, al menos, así de real había sentido él su contacto. Sonrió.
"Al menos, tengo un recuerdo que se acerca bastante a la realidad de lo que es estar cerca de ella". Con este último pensamiento en mente, se volvió a dejar transportar al surrealista mundo de los sueños.
                                                                          -o-

La mañana se antojaba fría, muy fría. El gélido aire invernal cortaba las respiraciones de todos aquellos osados que hubieran tenido el valor de asomar la cabeza a la calle.
En algún punto dentro del acondicionado internado, Sissie se restregaba las manos por sus brazos, castañeando los dientes.
-Tal vez debiera haberme traído la chaqueta.
-¿Tú crees?- el tono jocoso de Kath le producía arcadas.
-¿Qué? No esperaba que con los radiadores conectados fuese a hacer este demencial frío.
-Ya- su mejor amiga le sonrió, mientras caminaban a través de los fríos pasillos. Tenían que colgar carteles anunciando la venta de perritos.
-No entiendo por qué vendéis los perritos- murmuró Abby, que venía con un rollo grande de cinta adhesiva desde la puerta de la biblioteca- yo me los quedaría. Siempre son útiles como guardianes y, en caso de que no fuera así, un mosaico con orejas de perro debe ser bonito para colgarlo en la pared de tu habitación.
Sissie y Kathleen se estremecieron ante tal idea.
-Será una broma, ¿no?
La pelirroja la miró divertida, pasando su dedo a través de una de las múltiples argollas que pendían de su oreja.
-Qué cursis sois.
-Y tú qué sádica.
Sissie observó a sus dos amigas, primero a una, luego a otra. Entonces, la luz de una idea brilló en sus ojos.
-¿Y si nos quedamos con un perrito?
-¿Qué?- Kathleen y Abby la miraron sorprendidas.
-Bueno... Mi madre quiere venderlos porque no se quiere hacer cargo de tantos perros. Si nosotras nos quedáramos con uno, ya sólo quedarían tres. Bueno, quedarían seis, pero convencería a mi tía abuela para que se quedara con tres y...
-Sí, está bien, no cuento nada de lo del perro si te callas- se exasperó Abby.
-¡Bien! ¡Abby, Abby!- corearon las dos amigas.
"-Pero... Lucy... ¿Y si vienen? ¿Y si te hacen algo?
-Eh, no te preocupes- me palmea el hombro, sus conciliadores ojos celestes dándome confianza- mi madre fue uno de los suyos, ¿recuerdas? No sospecharán de mí.
-Ya...-titubeo- Pero... Si lo hicieran... Oh, no me lo perdonaría nunca.
Lucy me abraza fuertemente. Cuando me separa de ella me obliga a mirarla a la cara. Analizo su rostro cubierto de pecas, sus grandes ojos azul cielo, su nariz achatada, su larga melena marrón cobrizo. Bajo la luz del día se ve ciertamente rojo.
Mi mejor amiga me sonríe. No hay nada en ella que me diga que algo saldrá mal; al contrario, está serena, confiada.
Miro hacia Cedric, quien está parado sobre un árbol con las manos metidas en los bolsillos traseros del pantalón. Me espera; debemos partir antes de que amanezca del todo, si queremos llegar a tiempo a la estación para tomar el tren que nos alejará de todo. Lucy, que había venido a ayudarnos a recoger todas las posibles pistas que hubiéramos dejado en la cabaña, se ha ofrecido para quedarse vigilando, por si algún Miembro se acercara en el día de hoy. 
Finalmente, y viendo que no nos dará tiempo a llegar si sigo con mis melodramas, opto por abrazar a Lucy y partir. Ella estará bien, me repito.
Cedric me sonríe cuando me acerco a él y lo tomo de la mano.
-¿Ya?
-Sí... Bueno, ¡espera!- vuelvo a correr hacia Lucy, y le entrego mi cadena de plata, la cual tiene colgada una piedra morada sobre la que se ha tallado un símbolo del infinito.
-Amigas hasta la eternidad, ¿no?
Ella asiente y se lo pone. La veo mover la mano en señal de despedida mientras Cedric y yo corremos a través de los árboles. ¿Cuándo volveremos a vernos?
                                                                                                                Gill, 27 de febrero de 1982"
La madura mujer se pasó una mano a través del cabello, colocando varios mechones tras sus orejas. Se ajustó las aparatosas gafas de ver, obsoletas y pasadas de moda, con unos enormes cristales debido a las múltiples dioptrías que tenía. Aunque no pudiera usar lentillas, sabía que había gafas más modernas; era sólo su costumbre por mantener las cosas antiguas. Como aquella foto.
¿Por qué diantres la guardaba? Y, encima, en primer plano, encima de la chimenea. Por más que lo intentara, cada vez que entraba en el cuarto de estar, se topaba de bruces con aquellas dos sonrientes caras. Sus hijas, suspiró. Hacía unos dieciséis años que había visto a la pequeña. Y la mayor, que desapareció treinta años atrás, allá por los ochenta. La policía, tras una incesante pero infructífera búsqueda, decidió darla por muerta; aunque ni siquiera se había encontrado su cuerpo. 
Ella sabía- o quería saber- que su hija no estaba muerta. También habían dado por muertos a  sus protegidos, pero ellos no habían muerto; sólo habían escapado.
Exhaló otro profundo suspiro. ¿Tal vez estaba sufriendo lo que se había merecido? Ayudar a sus protegidos no terminaba de compensar todo el daño que les había hecho, persiguiéndolos desde antes de que nacieran. Y todo por conseguir algo antinatural. Si había infierno, desde luego que ella sería condenada cuando muriera.
Sus hijas, lo que más le importaba en la vida, y sin saber ni siquiera si estaban vivas o muertas. Tal vez, pensó, si consiguiera al menos ayudar a los descendientes de sus protegidos como había prometido, el karma se volvería a su favor y algo bueno le sucedería. Por desgracia- o suerte- para ella, las cosas no serían tan sencillas.
"Después de aquel día, en el que Cedric y yo escapamos, no volví a saber nada de Lucy.
Cuando nos reunimos con su madre y su hermana pequeña, casi un año después, me informaron del terrible desenlace: mi amiga había sido declarada muerta. Pero, ¿lo estaba?
Ciertamente, su familia lo ignoraba. Desapareció sin dejar rastro el mismo día en que lo hicimos Cedric y yo. 
Su madre creía que los de la Hermandad la habían secuestrado como venganza, pero, imposible, ellos aún desconocían que ella los había traicionado.
Lo cierto y verdad es, que nunca volví a saber nada de Lucy. Mi mejor amiga durante todo el tiempo que estuve en el Internado; lo más similar a una hermana que tuve alguna vez. 
A veces, en sueños, su rizada cabellera de ese inusual tono rojizo, sus pecas alrededor de la nariz, su forma de reír, se vuelven hacía a mí y me atormentan.
Ella se fue por mi culpa. Mi hija se va a ir por mi culpa. Todas las Lucys que hay a mi alrededor se van. Es el destino, mi (bueno, nuestro) fatídico destino.
                                                                                                              Gill, 3 de diciembre de 1996"



14 comentarios:

  1. *O* publica el siguiente prontoooo!
    PD:la imagen de la cabecera me ha encantado.
    Saludos

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    1. Me alegra que te hayan gustado la cabecera y el capítulo :)
      En cuanto pase los exámenes, subiré capítulo :)
      Un beso y un saludo.

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  2. Hola ,estoy deseando que publiques el siguiente capítulo pronto . Me encanta la historia , te expresas genial .
    ESPERO CON ANSIA EL SIGUIENTE CAPÍTULO Y TODOS LOS DEMÁS , BESOS.

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    1. Hola. Muchísimas gracias, me alegra que te guste mi historia; subiré en cuanto pueda. Yo también espero con ansia tu capítulo. ¡un beso y gracias por seguirme!

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  3. Hola, me ha encantado el capítulo (bueno, el blog en general).
    Sube pronto el siguiente, ¡estoy enganchada!
    Besoss!

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    1. ¡Hola! Me alegra muchísimo, no sabes cuánto, que me digas eso sobre mi blog y mi historia, muchas gracias de verdad :')
      Intentaré subir lo más rápido posible:))
      ¡Un beso!

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  4. Cariño siento no haberte afiliado antes, se me pasó, y es que yo realmente te leo. Te puedo hacer un resumen de tu historia te lo envio por gmail. hahhaha. el caso es que ya te he afiliado, un beso y cuídate!

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  5. Cielo no te preocupes, yo confío en que me leas, si no, no estarías comentándome ajaja :)
    Muchísimas gracias linda, ¡un besazo y cuídate tú también!

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  6. Hola! Me he leido tu blog en un par de dias y solo puedo decir: Sube el siguiente pronto!
    Laa historia es genial, intrigante, maravillosa y...y... no se me ocurre nada mas, pero bueno.
    En fin que adoro tu historia y tu blog
    Un besazo

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    1. ¡Hola! :3 awwwwwwwwww, muchísimas gracias, enserio :') A mí también me gustan mucho tus blogs, trataré de publicar tan pronto como me sea posible.
      ¡Un besazo para ti! *-*

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  7. menos mal que jay la salvo.. pero sigo sin entender porque no se pueden tocar... si cedric y gill lo hiceron..

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    1. Jay es muy caballeroso cuando quiere (que suele ser casi siempre eh, jaja):) Sí, bueno, no lo hacen por temor a lo que pueda suceder, que ellos no lo saben *O*

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  8. Es geniaaaaal *______* En serio,hoy he descubierto tu blog,me he leído todos los capítulos y finalmente me he quedado en shock^^Ya me he hecho una ligera idea de muchas cosas y he atado cabos :)En serio,tengo una intriga en el cuerpo...Necesito el siguiente capi como el aire que respiro.Un besazo<3

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    1. ¡Hola! Muchísimas gracias, ¿te ha gustado? Tengo subidos otros tres capítulos que ahora incluiré en la pestaña de "Capítulos" :) JAJAJA, ya será menos, tampoco soy muy buena creando un clima de suspense... Un beso y gracias por leerme<3

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