¡Buenas! Después de prácticamente un año, he regresado. Quizás porque el día 7 cumpliéramos tres añitos, quizás porque os merezcais leer el final de esta historia- si aún lo estáis esperando-. En mi defensa diré que este año ha sido un poco complejo y por ello no he podido publicar antes (
Un besazo y espero que os guste.
-La puerta está abierta- la sacó de sus pensamientos Brenton-. ¿Subimos?
-Brenton- ella sollozaba-. Creo que está pasando algo malo ahí arriba.
-No perdamos tiempo, entonces- contestó Brent en un tono tranquilo.
Ambos subieron corriendo los escalones hasta el desván, abrigándose con una manta de sombras y oscuridad que se formaba a lo largo de la escarpada escalera de caracol. No medían los peligros a los que se sometían, sólo pensaban en el modo de salvar a los suyos. Sus ojos eran la única luz que los guiaba hacia aquellos a los que podrían perder si no se apresuraban.
Nerviosismo. Tristeza. Coraje. Determinación. Eran actitudes contrapuestas, difíciles de experimentar a la vez. Como si el fuego y el agua se tocaran y no se sumieran el uno en el otro. "Como se supone que nos ocurre a Jay y a mí", pensó Kathleen, "o eso espero".
Sin embargo, cuando dejaron atrás la escalera y se toparon con lo que en aquella habitación les esperaba, todo se pudo resumir en una palabra: miedo. No estaban preparados para enfrentarse a Louis encañonando una pistola contra Abby, a Jay lívido y destrozado mientras Ida le sacaba sangre. Habían supuesto que se encontrarían con algo horrible; pero no podían haber imaginado lo horrible de verdad que llegaba a ser el dolor cuando lo sientes en primera persona.
Quizás hubiera cosas para las que, por mucho que nos concienciáramos, no estábamos preparados. Hay ciertas cosas que suceden en el momento y sólo te dejan efectuar dos acciones: plantarles cara o huir.
En su caso, Kathleen gritó con todas sus fuerzas hasta perder la voz:
El mundo se paró: las aves cesaron el vuelo, el viento arreció, no se escuchaba ningún sonido a parte de los miles de cristales que comenzaron a romperse.
La vidriera cayó sobre ellos, salpicando los pedazos de cristales por todas partes. Louis, en mitad de la conmoción, soltó a Abby y apuntó a Kathleen y Brenton en su lugar.
-¡Abby corre!- la instó Gaelle desde el suelo.
La muchacha trató de huir hasta que la aprisionaron los brazos de Loick.
-No te vas a escapar, pelirroja, no lo vas a conseguir.
Y la esposó, lanzándola al suelo junto a la marabunta de cuerpos que iban acumulando. Abby trató de acurrucarse junto a su abuela, mientras Jay mordía a la mujer que le estaba sacando la sangre. Ida chilló, soltó la jeringa y dejó una herida abierta en su brazo. Otra más de entre las muchas que albergaba.
-Maldita sea, santa mierda, ¡esto no puede ser!- clamó Warwick. Con nerviosismo, trató de encajar las balas en su pistola-. ¡Sobrina! Ayúdame. Sostén estas llaves mientras arreglo este desbarajuste. Alguien tiene que echarle una mano al chico con la rubia dichosa y el condenado de Tanner.
Grace tomó las llaves que se le tendían con extremada frialdad. Observó la sala, donde dos jóvenes eran amenazados a punta de pistola, y varias personas se hallaban amordazadas y confinadas. Entre la lista de esas personas, estaban su madre, su hermana y sobrino, y su propia hija. Miró a los ojos de Abigail llena de vergüenza, y se vio de repente reflejada en ellos, treinta años atrás.
"-Mamá, lo que el tío Warwick y tú habéis hecho no tiene nombre. Me avergüenza llevar vuestro mismo apellido.
-Ay, Lucinda, ¿crees que esto se basa en ser buena persona todo el tiempo? Tienes dieciséis años. No sabes nada de la vida.
-Quizás no sepa nada de la vida, mamá- le dijo con indignación-. Pero hay algo que sé: estáis haciéndole daño a dos chicos inocentes. Una de ellos es mi mejor amiga. ¡No se merecen lo que les estáis haciendo pasar! ¿De verdad serías así de cruel si la chica que está al otro lado de la puerta fuese yo? Mamá, por favor, piénsalo. Hazlo por mí."
Gaelle había cambiado por ella. Lo había sacrificado todo porque ella se lo pidió, incluso su verdadera identidad. Su propio yo por ella. ¿Y así se lo pagaba?
-Warwick, esta no es la educación que me dio mi madre- contestó en tono neutral Grace (o Lucy, ya quién sabía quién era cada cual) y miró a su madre-. Mi madre me enseñó a aprender de los errores y a querer a tus hijos por encima de ti.
La madre de Abby se dirigió a ella, le acarició la cara y le soltó las esposas. Louis, ansioso, volvió a cambiar el objetivo de su pistola y pasó a apuntarla a ella. En medio de este revuelo, Brenton aprovechó para agarrarrlo por detrás y hacerse con su pistola, golpeándole la cabeza con el culo de esta.
-Esto es por Abby- gritó, mientras Louis caía inconsciente al suelo.
Warwick, Ida y Loick estaban al borde del colapso, tratando de hacerse con el control de la situación de nuevo; pero Grace había conseguido soltar ya a todos los que ellos tenían esposados, y comenzaban a revelarse.
-¡Jay!- Kathleen corrió a buscarle cuando vio que se levantaba con dificultad. Daniella había esposado a Ida, así que no había peligro. O al menos, no un peligro aparente.
Nadie vio a Warwick, agarrado por Brenton y Keegan, sacar un pequeño revólver de su bolsillo trasero. Tampoco sintieron el ruido de las balas al quedar introducidas en la cámara de la pistola. Y por supuesto que no se dieron cuenta de que pisaba a Keegan para deshacerse de su agarre y así poder disparar libremente hacia Kathleen.
Nadie lo vio excepto la mujer de los ojos rasgados y de un color turbio.
-Kathleen, ¡aparta!- le gritó, al tiempo que la empujaba y la bala chocaba contra el cuello. Pero no el
de Kathleen, sino el de Gaelle.
El rostro de todos los allí presentes se ensombreció. Kathleen, con los ojos empañados de lágrimas, corrió a la vera de Gaelle: la sangre no dejaba de emanar de su cuello.
-¡Mamá!- se oyó gritar a dos personas la vez. Dos mujeres diametralmente opuestas se unían ahora en un mismo dolor: el de estar perdiendo a la mujer que les dio la vida.
Gaelle sonrió débilmente y se podría jurar que un mínimo atisbo de luz regresó a sus ojos mientras acariciaba con dificultad los dos rostros que lloraban sobre ella.
-Perdóname mamá. Perdóname por no haber sido la hija que merecías.
-Perdónanos. Ninguna hemos sabido estar a la altura- sollozaba Daniella.
Gaelle movió un poco la cabeza, tratando de efectuar una negación, y volvió a acariciarles las mejillas. Cuando Abby apareció por detrás, volvió a sonreír y esta vez se le escapó una pequeña lágrima, que se mezcló con el reguero de sangre que iba soltando. De nada servía el tapón que estaba tratando de realizar Kathleen con su camiseta.
-Gaelle, tienes que ser fuerte. Todos vamos a salir de esta- le pidió Jay, tratando de gatear hasta ella.
Gaelle lo miró con dulzura, y trató de hacer lo mismo con Kathleen. Sonrió y desvió la vista hacia el techo.
-Muy... bien. Mis niños- sus ojos cada vez brillaban menos.
Warwick y Loick se habían quedado petrificados. Ninguno sabía cómo actuar en aquel momento. Quizás, por primera vez, estuvieran sintiendo algo similar a pena por un ser querido.
-Todo el mundo las manos en alto, venimos a detener a Warwick Plassmeyer y los involucrados en este caso de secuestro.
Aparecieron una serie de hombres armados y uniformados, seguidos de varias caras conocidas: Vanessa, Callum y, por último, Sissie. No los había abandonado, después de todo.
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