lunes, 12 de octubre de 2015

Capítulo 29: ¡Larga vida a las paredes que derrumbamos! (Pt. 2)

No me puedo creer que esté publicando esto. Increíble pero cierto. Ha llegado el día y esta historia, tras idas y venidas continuas, está terminada. La semana que viene se subirá un epílogo en el que no aparecen ni Kathleen ni Jay, pero que creía que podría quedar bien :). ¡Un beso y muchísimas gracias por todo!


  La mañana siguiente a su graduación, Kath se levantó con una terrible jaqueca. Hacía mucho tiempo- quizá nunca- que no había vivido una fiesta como aquella.

  Al girarse en la cama, se topó con los rizos enmarañados de Sissie bajo las sábanas. Era increíble lo mucho que había llegado a querer a esa rubia alocada; pareciera que habían sido amigas de toda la vida. Pero, sin embargo, los recuerdos de Warwick, los cadáveres ocultos del Internado, la muerte de Gaelle... Parecieran haberle sucedido a alguien ajeno a ella, no ser más que una noticia en el periódico.

  Incluso Barto, aquel hermoso cachorro de perro que habían escondido hasta ser ellos mismos secuestrados, parecía algo de otra vida pasada. ¿Qué tal estaría ahora? Seguramente los padres de Keegan lo estarían tratando bien en su enorme casa de campo, tras haberlo rescatado de entre los bosques contiguos al Internado totalmente desnutrido: llevaba meses buscando a su dueña.

  Ah... Keegan, Keegan... Cuánto iba a extrañar al bueno de Keegan cuando terminara el verano. Al igual que a Callum y a Vanessa. Y, por supuesto, que a Abby y Brenton. Aunque estaba segura de que aquello no era el final de absolutamente nada; sino el principio.

   Kathleen se levantó porque no podía permanecer más tiempo en la cama, se vistió con unos vaqueros y una sudadera y bajó a la cafetería a tomar algo. Cuál no sería su sorpresa al hallar allí a Jay.

  -Vaya, veo que no soy la única que tiene jaqueca...- musitó, dibujando una sonrisa-. Buenos días.

  Jay la abrazó.

  -Estamos conectados hasta para estas cosas, ya lo sabes.

  Kathleen suspiró, asintiendo.

  -Por eso también sé la punzada de dolor que te dio saber que yo tenía una madre orgullosa en mi graduación y tú no.


  Kath se volvió y lo miró. Vaya, fuera porque se conocían mejor que nadie o por lo inteligente que era, Jay había averiguado lo que de verdad daba vueltas por su cabeza.

  -Bueno, Jay...- se tocó los rizos, nerviosa-. Ya sé que Sue ha sido como mi madre, que podría considerar a los amigos que tenemos aquí como de la familia, pero es solo que...

  -Te hubiera gustado que Gill y Cedric estuvieran aquí- respondió él tajante, mientras ella asentía-. Es por eso que he esperado hasta ahora para darte esto, Kathy.

  Sacó de su bolsillo un sobre empolvado y amarillento, y se lo tendió.

  -Daniella me lo dio ayer, dice que estaba entre los papeles de Gaelle. Quizás te lleves una sorpresa, y eso que no lo he leído.

  Kathleen tomó el sobre en el que se leía una letra pulcra y menuda: "Para mi hija". Debajo, entre paréntesis, rezaba "Entregar cuando sea mayor".

  Abrió el sobre y se encontró un papel perfectamente doblado. Al desdoblarlo se encontró con aquella hermosa letra que había visto otras veces en cartas halladas en el desván.

              Queridísima hija:

  ¡Hola! ¿Cómo estás? Imagino que muy alta y mayor, lo suficiente como para haber recibido esta carta. Le pedí a Gaelle expresamente que te la entregara cuando tuvieras la edad necesaria para leerme sin guardarme rencor. ¿Cómo eres? Seguro que guapísima, esa carita con la que tantas veces he soñado no puede ser producto únicamente de mi imaginación. Y, ¿cómo es él? Imagino que guapo de los que quitan el hipo, solo hay que ver a su madre para saberlo. Ay, mi vida, cuántas preguntas que me iré sin responder.

  Lo quieres mucho, ¿cierto? Lo suficiente como para pensar que nunca llegarás a amar a nadie como lo amas a él. Pues te diré que eso no es así. El amor más puro y entregado no lo representamos los Hijos de Agua y Fuego, eso son leyendas urbanas y cuentos de hadas para niños pequeños: el auténtico amor se halla en el seno de cualquier familia. Tu padre y yo somos el amor sin ataduras, sin ningún tipo de duda, quizá el amor conyugal más duradero pero, ¿acaso el mejor? Cuando hablamos de querer, no hay una única forma de hacerlo. Pero sí que estoy completamente segura de que si tuviera que elegir a alguien por quien morir, te elegiría a ti una y mil veces, cariño.

  La vida no es justa, por supuesto que no. Vas a tener que sufrir, te van a poner mil trabas y probablemente esos monstruos de la Hermandad no te dejen en paz. Tendrás que aprender a ser fuerte, a valerte por ti misma y a nunca agachar la cabeza y luchar por lo que quieres; y créeme cuando te digo de que estoy segura de que lo vas a lograr. 

  Estoy también completamente segura de que vas a ser muy feliz. Solo es cuestión de proponértelo, querida Kathleen. Ojalá pudiera estar ahí para decirte todas estas cosas mientras te abrazo y te seco las lágrimas, pero el destino traicionero así lo ha querido. Deseaba tenerte entre mis brazos desde la primera vez que te sentí dentro de mí, y ahora apenas sé si podré siquiera acunarte un momento antes de partir. No estés triste, sino todo lo contrario: estrellas como tú brillan tanto que nos soslayan a otras más pequeñas. ¿Quién iba a decir que de dos seres especiales naciera una hija aún más especial...?

  Va siendo hora de despedirme, mi niña, pero no sin antes recordarte lo mucho que te quiero. Te quise desde antes de nacer, y te querré Allá Donde Esté. Y siempre seré tu orgullosa mamá. Al igual que Cedric; no podríamos haber tenido una hija mejor.

  Gracias por habernos regalado un último motivo para vivir, Kathleen.

                                                                                                                 Con cariño,

                                                                                                  Gill (es decir, Mamá)

  Kathleen se enjugó una lágrima de emoción, y miró a Jay.

  -Gill y Cedric lo hicieron muy bien. ¿Crees que pensarán lo mismo nuestros Sucesores de nosotros cuando faltemos?

  -Yo solo sé dos cosas a ciencia cierta: una, que ahora mismo está lloviendo ahí fuera.

  -¿Y la otra?

  -Que te quiero, Kathleen Gray- y la besó con todo el cariño que pudo.

2 comentarios:

  1. Leí el capitulo esa mañana pero la ocasión pedía que me currara un buen comentario.Hace tres años pensaba que este momento llegaría pronto pero he de decir que esperar a valido la pena. Esta historia no hubiera sido la misma por muchos planes que hubiésemos hecho.Hablo en nombre del llamado en su momento Departamento de recursos humanos cuando digo que estoy muy orgullosa de ti (acabar en 2do de Bachillerato tiene mérito). Enhorabuena por terminar a tu estilo y como sólo tú puedes hacerlo la que siempre será mi historia favorita en la blogosfera.
    Te leo el lunes que viene, Clod.

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    1. Si es que tengo que quererte después de todo <3. Gracias por haberme apoyado siempre, en este tortuoso camino de altibajos donde he estado más tiempo ausente que aquí.

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