Capítulo 7: "Pan con margarina y cacao para merendar, por favor".
¡Buenos días cielos! ^^ Bueeeeno, espero que disfrutéis el capítulo. ¿Me ha quedado demasiado "romántico"? Es lo que tiene escribir después de ver 3MSC xD. En fin, espero que os guste y, ¡ah!, otra pequeña noticia, que será buena si queréis perderme de vista y mala si estáis sedientos de capítulos nuevos... Mañana, como ya creo que dije, me voy a la playa (weee), creo que estaré hasta el 27, aunque quizás mi estancia se alargue, pues estaré con unos amigos que viven fuera. Entendedme, con todo esto no creo que pueda publicar (trataré de tomar ideas para nuevos capítulos cuando vuelva), peeeeero, como quiero compensaros, hoy subiré capítulo doble. Así que pasaos esta tarde por aquí para leer el 8º. ¡Feliz verano a todos y un beso! :)
-Señorita Gray, termine de arreglarse y baje ya, que el autobús sale en
quince minutos- la apremió doña Ida.
-Sí, ya voy.
Kathleen terminó de meterse el jersey de cachemira verde manzana y se sentó
en la cama. Sacó de debajo de la almohada la fotografía de los dos chicos que
había encontrado cuatro días atrás en la cabaña, la desdobló y le pasó un
rápido examen con la vista. Vale, no había sufrido desperfectos. La tenía que
aguantar tal cual hasta encontrar un anuario antiguo para confirmar sus
sospechas sobre si aquellos eran Gill y Cedric; y, si así era, hasta
enseñársela a Jay. Así que la guardó en uno de sus tres cajones del armario, el
único que tenía cerradura, y se colgó la llave en el cuello a modo de colgante.
No se fiaba de Abby; ya la había visto varias veces observándola de reojo.
Bajó abajo al recibidor. Era sábado y, como siempre en el Internado
Brotherhood, los chicos que no se fueran durante el fin de semana a sus casas,
tenían libres las tardes para bajar a la ciudad. Un autobús los esperaba en la
puerta. Ella, de buena gana se hubiese sentado con su amiga Sissie, pero ésta
sí se iba durante los fines de semana a su casa; en concreto, ese fin de semana
estaba en Oxford con sus abuelos. Como no tenía ganas de compartir asiento con
la odiosa pelirroja, terminó por ponerse al lado de Vanessa, una chiquilla
feúcha y muy estudiosa, la típica nerd
de la clase.
El trayecto fue bastante aburrido: Vanessa no era muy habladora, y cada vez
que Kath intentaba sacar conversación, ella lo desviaba a los estudios, y a las
clases… En la ciudad, tampoco mejoró la cosa: Kath había vivido toda su vida en
el Orfanato de un pueblo diminuto a pocas millas de Londres, pero apenas había
estado en la gran ciudad en una ocasión, con una familia de acogida (con la que
no salió ni al umbral del apartamento), y las pocas veces que tenía dentista,
médico, compras extraordinarias o un día de cine, en las que nunca había salido
del centro comercial más cercano a la periferia. Por tanto, se sentía
completamente perdida y vagó de un sitio a otro, observando imágenes.
Después de un rato, cuando por fin consiguió situarse, la cosa empezó a
mejorar. Entró en varias tiendas y compró un suéter muy alegre y unas botas
para ella, y unos guantes grises para Sissie; visitó un parque cercano en el
que dio de comer a las palomas; y hasta tomó varias fotos. Tras una hora más o
menos, sintió su estómago protestar. ¡Había olvidado por completo la merienda!
Se coló en una cafetería algo retro que no tenía demasiada mala pinta, y se
sentó en una silla color huevo, en una mesa bastante espaciosa.
Comenzó a mirar encantada a todas partes. Se veía gente interesante por
todos los rincones del café, con alguna anécdota que valiese la pena contar. De
acuerdo, le gustaba la ciudad.
Se dispuso a mirar la carta. Había mil y un tipos distintos de chocolates
calientes, cafés, zumos, infusiones… Por no hablar de la carta de dulces, donde
leía cosas que parecían apetecibles solo por el nombre.
Se encontraba degustando visualmente la foto de una tarta de yogur y fresas
cuando una voz la sorprendió por la espalda:
-¿Sabes la cantidad de calorías que tiene un pedacito de esa tarta,
pequeña?
-Bueno, por un día que salgo creo que puedo permitirme un pequeño gustito.
-¿Me puedo permitir yo el gustito de sentarme aquí contigo?
Jay se acomodó en la silla de enfrente a la de Kath. Ésta encogió los pies
y las manos.
-Jay… Se supone que tú y yo… No debemos, ya sabes, hablar y esas cosas.
-Se supone que “no debemos tener acercamientos, pero creo que sentarme a un
par de metros de ti es legal”.
Kathleen se sonrojó un poco con aquella imitación de sus palabras en días
anteriores.
-Pero… Y si… ¿Y si nos pillan?
-¿Quién nos puede pillar? ¿El vejestorio de Warwick? Ese estará demasiado
ocupado contando los billetes que le pagan los “papis” de sus alumnos. ¿O,
quizás, la Applewhite ?
Creo que ni siquiera venía hoy como vigilante en el autobús. Aunque, si tanto
te molesta mi compañía, yo…
-¡No! Solo que… ¿No era que tú y yo no podíamos ser amigos?
-Bah, total, tampoco creo que nos hagamos uña y carne por tomarnos un café
en la misma mesa.
Kathleen sonrió y finalmente cedió. En realidad, pasar la tarde con su
guapo compañero era lo que más le apetecía en todo el mundo. Jay le devolvió la
sonrisa. Para él también sería un placer pasar la tarde con la chica de los ojos verdes.
-¿Qué les pongo de tomar?- les interrumpió un camarero bajito, moreno, y
con un fuerte acento latino.
-Yo quiero un descafeinado con mucha azúcar y pan con margarina y cacao,
por favor.
-¿Pan con margarina y cacao? ¿Qué es eso, Jay?
-Sí, yo tampoco conozco esa receta, señor.
-Muy sencillo: una tostada calentita, cubierta de margarina. Y, encima de
la margarina, le espolvoreas el cacao que se utiliza para hacer chocolate
caliente.
-Vale…- dijo el camarero sin levantar la vista del cuaderno donde anotaba
las indicaciones de Jay.
-Tú… Tú no estás loco, ¿no? ¿Eso es comestible?
-Es el mayor manjar que tú pruebes en tu vida. De eso era de lo que me
alimentaba cuando vivía en el orfanato.
-Está bien. Póngame a mí otra tostada de esas y un suizo con bastante nata.
-De acuerdo, ahora se los traigo.
-Como no esté bueno te enteras, rubio.
-Ja, ja, te puedo asegurar que después de probarlo me vas a besar los pies.
-Mejor te los debería besar otra persona, ¿no?
Aunque la intención de Kathleen no fuese esa, su tono sonó demasiado
cortante. El rostro de Jay se ensombreció.
-Kath… De verdad que yo no tengo nada con Abby. No sé por qué me besó aquel
día. Supongo que yo le gustaré y ella se hizo ilusiones donde no las había.
-Si se hizo ilusiones debió de ser porque alguien se las dio, solo te digo
eso, piénsalo Jay. No digo que lo hicieras queriendo pero…
-No se pudo hacer ilusiones porque a mí precisamente me gusta otra persona.
-¿Ah, sí, y se puede saber quien es?
-Pues es una chica…
-¿Enserio? Oh, Dios, qué fuerte. Pensé que quizás te sintieras atraído por
un gato.
-Kathleen, ¿podrías tomártelo enserio, pero de verdad?
-Valeeeee…
-Pues, como te decía, es una chica. Bueno, no es cualquier chica, es la más
increíble que haya conocido nunca. Es guapa, atractiva, inteligente, simpática,
dulce, divertida… Perfecta, vamos.
Apareció el camarero y dejó la merienda en la mesa.
Jay le dio un fuerte sorbo al café y se achicharró la lengua.
-¡Au! ¡Cómo quema!
-Deberías estar acostumbrado al calor- contestó Kath con una sonrisa
pícara- Ya sabes… Tú mismo lo produces.
-Por raro que parezca, me encantan las bebidas frías, muy frías.
-Bueno, en realidad, a mí me gustan calientes, muy calientes- le dio un
sorbo al chocolate y continuó- y yo suelo producir algo más bien parecido al
frío.
-Prueba mi súper invento, ¿no?
-Venga… Mmmm, Dios, Jay, qué buenísimo que está esto.
-Te lo dije…- le respondió él, con evidente tono de satisfacción en sus
palabras- Oye, y ¿de qué estábamos hablando?
-Pues de la chica que te gusta- se apresuró ella a contestar. Lo cierto era
que tenía ganas de averiguar quién era aquella chica- ¿Yo la conozco?
-Claro.
-Y… ¿Quién es? Por curiosidad, vamos.
-No te lo puedo decir. Si algún día ella se quita la venda y lo descubre,
quizás te lo pueda contar. Oye, y tanto preguntar, preguntar, ¿qué pasa, que a
ti no te gusta nadie, ojos verdes?
Lo pensó un momento y respondió rotunda:
-No.
-¿Ah, no? No me creo eso. ¿No me estás mintiendo?
-No, no te puedo mentir porque no me gusta nadie. Yo estoy… Enamorada de
alguien.
-¿Enamorada?
-Sí, del chico más maravilloso, y guapo, e inteligente, y agradable y… Y
más fantástico del mundo.
-Ah… Y es…
-Pues… Er…
-¿Qué hacéis, chicos?
La irónica voz de Abby los sacó de la conversación.
-Abby… ¿Qué haces aquí?
-Vigilar que no me quiten lo que es mío, ojos de moco.
Vale soy retrasada xD Acabo de pillar lo de ojos de moco jajajajaja QUÉ SE DEN CUENTA YA LEÑE,Aunque creo que en el fondo sí lo saben...Habrá que esperar a más capítulos para saberlo me temo.... Echaré de menos tus capítulos,y yo también me voy,pero el 25 y vuelvo el 5 así que espero que lo pases genial ;)
ResponderEliminarJajajaja no mujer xD Sí... En el fondo algo saben... ;) Bueno, a lo mejor dejo caer algo sobre ellos dos pronto :)) Muchísimas gracias, pásalo genial tú también;D un beso muy grande(k)
ResponderEliminarhas probado el pan con margarina y cacao?? está bueno?? esque me ha entrado la curiosidad..a que me lo desayuno algún día.. jeje
ResponderEliminaraiss.. esta Abby siempre en medio!!!
Jajaja sí, es un desayuno que tomábamos mi padre y yo muchas mañanas, aunque parezca asqueroso; derrites la margarina(o mantequilla si lo prefieres) y le espolvoreas el polvo de colacao. Sabe a algo similar a la nocilla :)
EliminarJajajaa sí, ella siempre importunando ag xD
pues ya lo probaré algún día.. a ver que tal.. jeje
EliminarNo se pudo hacer ilusiones porque a mí precisamente me gusta otra persona.
ResponderEliminar-¿Ah, sí, y se puede saber quien es?
-Pues es una chica…
-¿Enserio? Oh, Dios, qué fuerte. Pensé que quizás te sintieras atraído por un gato.
jajajaja, me ha encantado el capitulo xD. Por fin he sacado unos minutos pàra leer la historia, está muy bien. :)
<> ME.PARTO. JAJAJA
ResponderEliminarme encanta tu historia, y cada vez mas.
Y aun que me encanta Abby, por esta vez diré. APARTE DE SU CAMINO PELIRROJA.