viernes, 1 de agosto de 2014

Capítulo 25: Enjaulados (Pt. 1)


  ¡Buenas a todos y todas! Lo sé, lo sé... El último capítulo que subí fue hace seis meses, por lo que os traigo previamente un resumen general para refrescarnos a todos (incluyéndome) la memoria; y un pequeño esquema de personajes importantes. Igualmente dejaré una encuesta a la derecha para saber si seguís mostrando interés en conocer mi historia o, por el contrario, preferís que lo deje así. Yo soy alguien abierta a sugerencias. Sin más dilación, gracias por estos dos años (que los cumplimos el 7 de julio) y he aquí el capítulo 25:


  Kathleen Gray y Jay Dennison son dos chicos huérfanos que, aparte de compartir este vínculo, tienen poderes especiales: Kathleen "Kath", sobre el agua; Jay sobre el fuego. Además, Jay es capaz de volverse invisible en determinadas ocasiones y ambos pueden ver vidas pasadas, de personas desconocidas. Estas personas serán, como más tarde descubrirán, Gill y Cedric, los padres de Kathleen. Kathleen y Jay son los nuevos Hijos de Agua y Fuego, criaturas que velan porque la paz y el amor en el mundo se mantengan tal cual. Desde que se ven, sienten esta fuerte conexión. Pero Warwick Plassmeyer, director del Internado Brotherhood donde los han reclutado, les prohíbe que mantengan contacto físico, ya que Warwick y el resto de sus aliados (Loick, Aurora...) planean servirse de la sangre de Jay y Kathleen para ganar la inmortalidad. Por tanto, han de mantenerlos juntos para asegurar la salud de su sangre, pero nunca en contacto; pues entonces nunca se podrán separar ni podrán manejarlos a su antojo. En todo este lío, conocen a Abby, la hija de Grace (supuesta pareja de Warwick), quien finge estar enamorada de Jay, los espía y actualmente sale con Louis; y la pareja de sus mejores amigos, Keegan y Sissie. Por otro lado, conforme investigan averiguan toda la historia: Gaelle era la madre de Lucy (mejor amiga de Gill) y Daniella, y aliada de Warwick, su hermano mellizo. Al final, desistió de su plan contra Gill y Cedric, y los ayudó a escapar. En esta aventura, se perdió su hija Lucy (quien más tarde se descubre, es Grace, la madre de Abby); y Gill y Cedric se cambiaron de identidad y lograron huir, creciendo y madurando. Entretanto, Daniella y Gaelle volvieron a Londres, donde Daniella fue secuestrada, torturada y violada por la secta de su tío Warwick. Fruto de esta violación, a manos de Eric (hermano de Loick), quedó embarazada. Su madre y demás allegados lograron rescatarla, justo cuando iba a dar a luz. Gaelle había descubierto un terrible secreto: el bebé que esperaban Gill y Cedric era la futura Hija de Agua y Fuego; al igual que su futuro nieto sería el varón, Hijo de Agua y Fuego. Así, Daniella dio a luz y le robaron a su niño (sin embargo, debido a la ley de que "el primer humano que mire a un Hijo de Agua y Fuego a los ojos morirá", Eric, el padre de la criatura y su secuestrador, murió); y desde entonces ella ha vivido como Margaret, tratando de encontrar a su hijo. Gill y Cedric también murieron al dar a luz a Kathleen; pero dejaron a Gaelle encargada de ella. Esta la perdió, pero siempre le siguió la pista como Isabelle, una afable librera que cuidaba de Kathleen y Jay en la distancia. Finalmente, Kathleen y Jay descubren toda la verdad que los rodea, y han de enfrentarse al rencor que sienten hacia su "familia". Más tarde, son secuestrados por la Hermandad; y toda su familia (Gaelle, Daniella) junto a Abby (quien se ha vuelto de su parte), Louis, Sissie, Keegan y demás amigos, se vuelcan por salvarlos. Sin embargo, hay un topo infiltrado, y Sissie teme que sea Abby, a quien guarda algo de rencor desde que su querido hermano (amor platónico de Abby), Brenton, desapareció en compañía de ella. Por ello, Sissie tratará de ayudar a Kathleen y Jay por su cuenta. Y los demás, lo intentarán; pero solo lograrán (pese a todas las profecías) que Kathleen sea enviada lejos de Jay, y Daniella sea también secuestrada. ¿Qué pasará?




  El bólido 4x4 ronroneaba como un gigantesco tigre enjaulado a través de los peñascos cubiertos de musgo que se encontraban repartidos por aquel tétrico bosque. Kath, quien iba esposada y amordazada en la parte trasera, observaba el goteo que tintineaba sobre las ventanillas blindadas. Sería la humedad, se dijo.

  De repente, el coche dio un brusco frenazo y ella se golpeó la cabeza con el asiento del copiloto. Un punzante dolor le agitó la cabeza.

  "Ten cuidado, Kathy", le dijo una voz en su interior. Esa áspera voz... Era Jay, eso lo sabía. No entendía cómo, pero podían comunicarse incluso separados por las dos horas de distancia que tenían ahora mismo de por medio.

  -Bájate del coche, rubia- la llamó Aurora, en tono despectivo, desde el exterior.

  Kathleen la miró desafiante, y entonces la otra comprendió su incapacidad al estar atada de pies y manos. Corrió a liberarla, y la agarró fuertemente del brazo. Así salieron al exterior.

  Kath aún recordaba el oscuro a la vez que encantador bosque de la cabaña donde Jay y ella descubrieron las primeras señales de existencia de Gaelle. Las sensaciones de frío y humedad en el ambiente se repetían del mismo modo; pero aún así, había una sensación nueva: el miedo podía incluso olerse entre el fuerte perfume a tierra mojada que inundaba el páramo desolador. Había una extraña neblina que rodeaba una cabaña de las mismas características que aquella primera donde estuvo solo unos meses atrás, pero esta tenía tablones roídos y derrumbados por el paso del tiempo junto a su puerta cubierta de oxidadas puntillas. Los árboles, altos y muy verdes, deberían ser bonitos si los mirabas desde la carretera; pero en aquel plano, solo conseguían intimidar y generar un estado de congoja latente en Kathleen.

  -Espero que te guste tu nueva morada.


  Ahora abrió la puerta de la minúscula cabaña, haciendo así salir a varios murciélagos de su interior.

  Justo cuando las gotas de moho del marco de la puerta golpearon la nuca de Kathleen, esta se volvió y dijo:

  -Si solo me queréis para obtener mi sangre, ¿qué hacéis trayéndome aquí? ¿No sería más fácil sacármela poco a poco en otro sitio que no sea este bosque perdido en ninguna parte?

  Aurora lanzó al aire una risa pérfida, que más bien adquirió tono de cacareo.

  -Eres demasiado peligrosa junto al chico. A tu lado, él se vuelve fuerte y valiente. Sin ti, no es más que una masa de hueso y carne, fácilmente maleable. Cuando acabemos con él, regresaremos a recogerte. Anda, entra y que tu compañero de piso te explique los horarios de comida.

  Y sin más, la empujó hacia el interior de la cabaña, y cerró la puerta con llave.

  La oscuridad la envolvió como una gélida sábana de la que no podía zafarse.

  "Jay, si de verdad puedes escucharme, ayúdame. Estoy enjaulada."

  Como un pájaro al que no dejan volar. Esa era ella.

  -Siento que la luz sea muy débil, pero es que se me han acabado las cerillas.

  Una voz masculina la sorprendió por la espalda. Al girarse, se encontró con unos oscuros ojos iluminados por una triste vela. Gritó y salió corriendo hacia la puerta. Por desgracia, seguía atrapada allí con un extraño.

  -Eh, eh, eh, Kathleen. No tengas miedo. No voy a hacerte daño.

  -¿Cómo sabes mi nombre?- gritó, aún con un nudo sin deshacer en la garganta.

  El joven sonrió, como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

  -Sé de tu existencia desde los catorce años, cuando tú tenías unos once o doce. Yo comulgaba de las ideas de Warwick. Era su más joven recluta.

  Se quedó unos minutos en silencio, procesando la información: aquel chico iluminado por la vela se veía fuerte, aunque algo demacrado debido al tiempo allí encerrado como una vil rata. ¿Cómo pudo, entonces, ser seguidor de la Hermandad? ¿Es que acaso los traicionó?, quisiera preguntarle a aquel enigmático chico.

  -Ven, siéntate y hablamos. Prometo que si intento hacerte daño, puedes usarlo- le alargó un pequeño y afilado cuchillo.

  Aún algo recelosa, Kath tomó el cuchillo con ambas manos y se sentó junto al chico de cabellos revueltos.

  -¿Cuánto tiempo llevas aquí?- fue lo primero que se le ocurrió preguntar, mientras acariciaba el mango del cuchillo.

  -Mmm... Deja que eche cuentas- se quedó pensativo un momento-. Unos dos años.

  Kathleen lo miró sorprendida. ¿Cómo había soportado todo ese tiempo allí sin volverse loco?

  -¿Eras... umm... Un miembro de la Hermandad?- ante el asentimiento de cabeza del extraño chico, continuó-: ¿Entonces, por qué te encerraron?

  -Porque incumplí sus normas.

  Mientras hablaba, hubo algo que inquietó a Kathleen: había algo en la forma de hablar, su pelo, su corte de cara... Estaba segura de haber visto ese rostro antes. ¿Y si, quizás, él fuera una sombra de su pasado? El miedo se abría paso a través de ella, transformándose en locura.

  Se levantó lentamente, y luego huyó a una esquina de manera histérica, blandiendo el cuchillo.

  -¿Qué ocurre?- él levantó los brazos de manera inocente.

  -¿Quién eres?- lo apuntó, temblorosa, con el cuchillo. Su labio superior se movía nerviosamente- ¿Cómo puedo saber que no intentas secuestrarme, de todos modos? ¿Cómo puedo saber que este cuchillo que me has dado no es una mera forma de convencerme de tu sarta de mentiras? ¡Estoy segura de que te conozco! ¡No eres más que otro de las muchas caras que me persiguen!

  Se derrumbó, llorando. El pánico se estaba apoderando de ella.

  El chico sin nombre se acercó y, contrariamente a lo que ella esperaba, la abrazó.

  -Eh... Sé que estás asustada. Has pasado por mucho en muy poco, pero te puedo asegurar que no pretendo dañarte.

  -Entonces, ¿por qué tu cara me es totalmente familiar?- se sorbió los mocos y se atrevió a mirarlo. No parecía dañino, pero ya no sabía a quién creer.

  Él le volvió a dedicar una pícara sonrisa.

  -Mi nombre es Brenton. Puedes llamarme Brent, mi hermana Sissie solía hacerlo.

***

  De nuevo, estaba encadenado en el desván. Pero esta vez, debía añadirle a la lista de magulladuras dos nuevos moretones en la tripa y las muñecas, y el pelo lleno de barro. Ah, y ahora su compañera de jaula era otra: Margaret. O Daniella. O su madre. Era una mujer con diversas facetas.

  -Siento no haber llegado antes- lo asaltó de repente la dulce voz de su progenitora-. Dibujado sobre el papel, el croquis de nuestro plan era perfecto.

  -Da igual, ni siquiera esperaba que vinieras.

  Daniella se incorporó un poco y le mostró una herida mirada, y no precisamente hablando en un sentido literal.

  -¿Por qué eres tan brusco conmigo, Jay? Antes no eras así.ç

  -Discúlpame, pero antes no sabía que eras mi madre y llevabas media vida persiguiéndome.

  -Oh, perdona tú por no contarte que eres fruto de un brutal acto que me dejó marcada de por vida y que hizo que quisiera arrancarme las entrañas.

  Jay se quedó frío de repente. La realidad lo golpeó: había sido un total egoísta, solo se había preocupado de sí mismo. Nunca pensó en el infierno que rememoraría Daniella al verlo.

  -Lo... Siento. No he medido mis palabras.

  -No importa- contestó ella en un tono hueco. Quizás un tono enfadado le hubiera dolido menos a Jay.

  Hubo unos minutos de incómodo silencio. Podrían incluso haber escuchado caer un alfiler.

  -¿Por qué lo haces?- rompió Jay de pronto el silencio.

  -¿Por qué hago qué?

  -Intentar salvarme. Supongo que salvarme a mí es salvar a tu tormento.

  Daniella se quedó dubitativa, sopesando qué debía alegar a continuación. Sus ojos avellanas brillaban bajo la tenue luz del atardecer, a las afueras de aquel desván que tiempo atrás fue prisión de Gill y Cedric como lo era ahora suya.

  -No te voy a mentir- le contestó al fin, volviéndose como pudo sobre sus costillas para mirarlo cara a cara-. Al principio, durante el embarazo, traté de... Desaparecer, digamos. Pero nunca encontraba un método realmente efectivo. Y al principio, cuando leí que fuiste hallado en el campo y que te llevaban a una casa de acogida, huí tras tu pista para deshacerme de ti. Creía...- se le cortó la voz y llegaron las primeras lágrimas- Creía que no merecías esta vida por haberme arruinado la mía propia.

  Jay trató de no llorar.

  -¿Por qué no lo hiciste, pues? Hubiera sido más fácil.

  -Querido Jay, quizás el destino de tu naturaleza lo impidió. Conseguí que me contrataran en el orfanato al que te enviaron, alegando que era una estudiante de magisterio en prácticas. Tuve que llamar a un amigo de mi madre para que me falsificara los papeles y volviera a cambiarme de identidad. Esta vez era Margaret, como ya sabes.

  Jay se sentía obnubilado mientras la escuchaba hablar, al igual que le ocurrió con Gaelle el día que les habló de su verdadera historia.

  -Iba a verte cada día, te sacaba fotos y estudiaba a fondo cada mínimo detalle. Fui la primera a la que quemaste con tus inminentes poderes cuando solo tenías seis meses. Y fue entonces, entre tanto contacto contigo, que me di cuenta de que no podía herirte; de que no era tu culpa en absoluto. Más tarde te cambiaron de orfanato, pero yo nunca dejé de seguirte a la sombra, de protegerte. Hasta hoy.

  Fue entonces cuando Jay lloró, y no le importó que lo viera. Se sentía a gusto consigo mismo echando afuera aquella carga.

  -Entonces, en cierto modo...

  -Soy tu madre, y eso es lo que importa. Llegué a la conclusión de que todo el dolor que implicó tu nacimiento tenía una razón de ser. El destino me dio las cartas para que yo las jugara, y por eso elegí estar aquí.

  Jay se tendió a lo largo del suelo y abrazó las piernas de su madre.

  -Gracias.

  -¿Gracias por qué?

  -Por hacer realidad el sueño de toda mi vida: el de tener una mamá.

6 comentarios:

  1. Oh DIOS Mio¡ Por fin tengo el capitulo. Lo llevaba esperando, si, casi seis meses. Hhahahaha me ha encantado, y me alegra verte de vuelta. Un beso cielo¡ Nos leemos¡ Pasate¡

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  2. Oh DIOS Mio¡ Por fin tengo el capitulo. Lo llevaba esperando, si, casi seis meses. Hhahahaha me ha encantado, y me alegra verte de vuelta. Un beso cielo¡ Nos leemos¡ Pasate¡

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  3. Madre mia ¡Aquí te tenemos de nuevo! He de agradecerte sobre manera el collage tan curraado que me ha refrescado la memoria. Sin eso, me hubiera liado seguro. Es genial tenerte de nuevo por aquí! Sigues escribiendo perfect, tanto tiempo después.
    Un besito linda!

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    1. Por cierto, se me ha pasado decirte que el capítulo me ha encantado... pero ya sabes, quiero más ;)

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    1. I don't understand, but if you have any problem, just let me know.

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